Corresponsales atrapados en la noticia

El pasado sábado, en el Telenotícies de TV3 nos enseñaban en diferido las imágenes de una periodista de Al Jazeera que, mientras hacía la crónica en directo desde una azotea de Gaza, había sido interrumpida por el ataque a un edificio vecino, justo detrás de ella. Los presentadores de Al Jazeera le aconsejaban que se pusiera a cobijo hasta que pasara el peligro. En TV3 nos ofrecieron el instante del ataque y el susto de la periodista. Es un recurso que se utiliza a menudo para mostrar la imprevisibilidad de la guerra. Además, desde la óptica de los espectadores, ver a los periodistas en riesgo supone un añadido de terror y sufrimiento. Descubrir a las figuras que la audiencia reconoce en peligro es notar la guerra de más cerca, aunque sea desde un punto de vista más emocional que real.

La periodista de Al Jazeera que vimos casi como una curiosidad en el Telenotícies se llama Youmna El Sayed y trabaja como corresponsal en Gaza desde hace años. Estos días está enviando crónicas conmovedoras desde la calle y los hospitales de su ciudad. Son profesionales palestinos que, lógicamente, tienen acceso a una zona a la que muchos medios occidentales no pueden llegar y explicar qué pasa. La cadena Al-Jazeera (en sus emisiones en inglés) hizo un reportaje especial para conocer la situación de El Sayed. Ella también está sin agua ni electricidad, el edificio en el que vive no para de temblar e intenta consolar a sus hijos. En sus crónicas, ella permanece invisible, consciente de que no es la protagonista de la información. Pero como palestina residente en Gaza, vive capturada en la misma información que está contando.

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La BBC también tiene corresponsales en Gaza. Adnan El Bursh y Rushdi Abualouf llevan años trabajando en la zona. La crónica que enviaban ambos era devastadora. “Tú mismo nunca quieres ser la noticia”, decía Bursh desde la puerta del hospital. “Dentro del hospital están mis amigos y mis vecinos. Esta es mi comunidad. Es uno de los días más difíciles de mi carrera. He visto cosas que nunca habría dicho que vería”. El cámara que lo acompañaba se encontraba de casualidad con un amigo suyo en una camilla del pasillo y Adnan admitía que, ante tanto horror, se sentía inútil y lloraba sobrepasado por la tragedia.

Es obvio que los periodistas no se tienen que convertir en protagonistas. Pero seguramente es inevitable que en algún momento se ponga de manifiesto que los periodistas palestinos que viven en Gaza están atrapados en la noticia que están contando y pendientes de una cuenta atrás incierta que los pone a ellos y a sus hijos en un riesgo inminente. Es difícil imaginar cómo se mantiene el rigor y la profesionalidad cuando la realidad que te rodea te supera y te desespera, cuando compartes el miedo y la incertidumbre con las personas que registras con la cámara y cuando también es tu casa la que puede ser bombardeada. Y es inevitable preguntarse en qué momento todos estos profesionales asumen que su papel como informadores pasa a ser secundario para convertirse en víctimas de la noticia que ellos mismos estaban narrando. Y si esto no te obliga a modificar la forma en que cuentas la historia.