"Debemos ser valientes y hablar de dinero, saber cuánto cobra un hombre por el mismo trabajo que hacemos nosotros"

La periodista y escritora Natza Farré admite que ya de pequeña tuvo conciencia de lo importante que era el dinero para su independencia: “De niña, compraba gominolas y montaba una tienda en casa para revenderlas a mis hermanos con el objetivo de sacar un dinero por mi cuenta. Pero era muy mala y no terminaba haciendo negocio”. Tal y como explica Farré, ella proviene de una familia en la que sus padres tenían profesiones liberales; su padre era pediatra y su madre enfermera, y tenían una consulta en casa. "En gran medida, era mi madre quien gestionaba la economía familiar", afirma.

Tras el instituto, Farré optó por estudiar periodismo y, gracias a una beca, entró a hacer prácticas en Radio Nacional y tuvo su primera experiencia laboral mientras estudiaba: “Con mi primera nómina compré una aspiradora para casa de mis padres, una aportación a la casa familiar”.

Sin embargo, Farré también revela que la mayor parte de su carrera profesional ha sido –y es– autónoma, trabajando por su cuenta. “Siempre sabes que debe haber una almohada porque nunca sabes cómo irán las cosas, desde los veinticinco que trabajo de esta manera”, expresa. En cuanto a los aspectos burocráticos de su trabajo, Farré reconoce que tiene una discalculia diagnosticada y que no soporta estos trámites: “Tengo un buen gestor en quien confío y hay que saber delegar porque cada uno es bueno en su trabajo ”.

El hecho de ser autónoma también ha supuesto para Farré la oportunidad de gestionar sus proyectos profesionales, con la incertidumbre que supone. “De joven, hubo un momento que rompí con todo y me fui a vivir fuera. La vuelta fue complicada y tuve que buscarme la vida”, recuerda. En esta línea, años después Farré vivió una situación similar al dejar La competencia, programa de RAC1 del que formó parte durante 12 años: “Una vez empezó la temporada sin mí, sentí mucho vértigo y pensé que estaba loca habiendo marchado. Estoy contenta de haber tomado esa decisión de marcharme, pero los primeros meses fueron difíciles porque quise generar mi propio trabajo y demostrar lo que podía ofrecer”.

Sobre sus gastos, la periodista y escritora explica que la mayor parte de su vida ha ahorrado para viajar y que "no se considera una persona muy consumista". “Tengo la suerte de pertenecer a una generación que pudimos tener alquileres asequibles y también he hecho una elección personal de no tener una familia que depende de mí, pero sí me he encontrado en situaciones en las que he tenido que reclamar mi parte del pastel”, denuncia Farré. En esta línea, pone énfasis en cómo es el día a día de una mujer autónoma: “Debemos ser valientes y hablar de dinero, saber cuánto cobra un hombre por el mismo trabajo que hacemos nosotros. Debemos acostumbrarnos a preguntar sobre dinero y quitarnos esa vergüenza de encima”.

La periodista y escritora también remarca que la diferencia entre los sueldos y la dedicación a los cuidados son otro aspecto que determina la situación laboral de las mujeres: “Hay que modificar el sistema económico porque está marcado por la dominación masculina y el feminismo debe hablar de dinero porque éstos marcan los roles de género que tenemos. Las jóvenes tienen cada vez menos miedo a afrontar el tema, pero antes la lucha era más complicada y nos acababan diciendo que teníamos un carácter de mierda”.

"En las redacciones de los medios hay mucha desigualdad económica"

Farré, que se ha dedicado toda su vida al mundo de la comunicación, señala que la precarización es especialmente dura en el sector. “Es un tema muy preocupante y en las redacciones de los medios hay mucha desigualdad económica. Juegan con la necesidad de la gente de tener un sueldo y muchas propuestas profesionales te llegan sin una oferta económica. Debemos renunciar a trabajar a coste cero”, opina.

Desde hace dos años, Farré tiene un podcast –El nuevo paradigma– con la actriz Judit Martín y también ha publicado varios libros: “Estos proyectos, para bien o para mal, dependen de ti, y eso genera presión porque tú misma generas expectativas sobre lo que esperan de tu trabajo”. “Para mí el futuro no existe, pero me considero responsable con el dinero y ahorré porque en la vejez hay muchas mujeres que se encuentran sin nada. Trabajo mucho para que esto no me ocurra, aunque también procuro disfrutar del día a día”, concluye.