¿Por qué dejamos las cosas para más tarde?
Reflexionamos sobre qué es la procrastinación, por qué algunas personas tienen más tendencia a caer en ella y cómo podemos combatirla
Barcelona“Mañana ya empezaré a estudiar para el examen”, “Más tarde friego los platos”, “Todavía tengo que llevar el coche a arreglar”, “Ya lo decidiré en otro momento”. La lista puede ser interminable. Son muchas las cosas que a menudo dejamos “para más tarde”, a pesar de saber que no nos quedaremos tranquilos del todo con esta decisión. Es como tener una pequeña piedra en el zapato que siempre nos recuerda que está ahí, y hasta que no la quitemos, la seguiremos teniendo dentro.
“La procrastinación es el aplazamiento voluntario de tareas y responsabilidades sin causa justificada y con la conciencia de saber que no nos hará sentir mejor si lo hacemos”, resume Michał Jasiński, doctor en psicología por la UB y psicoterapeuta establecido en Barcelona que hizo su tesis doctoral sobre la procrastinación. “Bajo su apariencia inofensiva, esta tendencia dificulta la consecución de objetivos, además de incrementar los sentimientos negativos y los problemas de salud. Cuando dejamos sistemáticamente las cosas para más tarde nos convertimos en nuestros peores enemigos”, explica.
Quien más quien menos ha procrastinado alguna vez en la vida. Los hay que incluso tienen una tendencia bastante alta a hacerlo y sufren las consecuencias, como los jóvenes y los estudiantes. “La mitad lo hacen de manera crónica y problemática”, asegura Jasiński. Por suerte, es una tendencia que va menguando a medida que nos hacemos mayores. “Alrededor de los 25 años es cuando llegamos al pico de la procrastinación; después, gracias a la experiencia vital y a tener más responsabilidades, ya no queda tanto margen para hacerlo”, reflexiona.
Autoevaluación negativa
Dejar las cosas para otro momento no nos hace sentir bien. Solo nos puede aligerar si es una “demora estratégica”, según explica el psicólogo. “Es cuando, de manera consciente, escoges estudiar la noche antes del examen y esto no te provoca ningún problema ni malestar”. En cambio, la procrastinación “nos hace sentir culpables, estresados, ansiosos y avergonzados”, sigue Jasiński.
Durante sus investigaciones, el psicólogo ha podido ver que esta tendencia provoca una autoevaluación negativa y sentimiento de baja eficacia. “Esto nos hace entrar en un círculo vicioso, porque sabemos que nos estamos escapando de una cosa que se nos hace difícil o desagradable, pero a la vez sufrimos porque en algún momento lo tendremos que hacer”, reflexiona. Un hecho que todavía provoca más sufrimiento si lo que se intenta aplazar es la toma de alguna decisión.
Además, resulta que postergar cosas se correlaciona con la depresión, la ansiedad, el estrés y un mal funcionamiento general en la vida cotidiana. “Son personas que están muy lejos del ideal que querrían ser”, añade. Pero, ¿cómo se consigue dejar de procrastinar?, ¿hay alguna receta que se pueda seguir?
Establecer objetivos
Para empezar, Jasiński aconseja a sus pacientes poner en práctica la “técnica pomodoro”. El nombre proviene del temporizador de cocina que se usa para calcular los tiempos de cocción. “Ponegamos por caso que eres estudiante y no encuentras el momento de empezar. Yo te propondría que te marcaras, por ejemplo, tres rondas de treinta minutos para cada tarea. La idea es que durante estos treinta minutos tienes que ser sincero contigo mismo y no hacer nada más que estudiar. Nada de mirar el móvil ni entrar en internet”, explica. Esta pequeña disciplina ayuda a autorregularse y a tener una motivación extra a la hora de hacer algo. “También ayuda el hecho de trabajar con amigos, aunque sea por videoconferencia”, añade.
Planificar, organizarse y autorregularse son las principales técnicas para gestionar la procrastinación. Aun así, el psicólogo asegura que detrás de una persona que tiene tendencia a dejar las cosas para otro momento hay mucho más que una simple manera de hacer. “Son personas que tienen ciertos conflictos y dilemas internos”, matiza. Es como cuando le llega un paciente que quiere dejar de procrastinar y, a medida que explica su historia, el psicólogo descubre que el afectado asocia, de sus padres, el hecho de hacer las cosas al momento con ser una persona fría, aburrida y cerrada de mente. En cambio, postergar las obligaciones lo ve como ser más relajado, abierto, curioso y divertido. “Es importante saber de dónde viene el problema y trabajar a partir de aquí”, sigue el experto.
Por otro lado, también hay personas que nunca acaban de encontrar el momento de empezar una tarea porque tienen miedo al fracaso y al rechazo. Por lo tanto, procrastinar se convierte en una buena solución: “Si he fallado es porque he procrastinado, no porque no sea listo o no lo sepa hacer”, matiza Jasiński. Otras personas también lo hacen porque así sienten que se están oponiendo a la autoridad, como los que han vivido en familias muy autoritarias y han interiorizado que su única manera de sentirse libres era no haciendo lo que se les pedía.
Cambiar estos esquemas mentales es importante para empezar a hacer las cosas de manera diferente y dejar de tener una inquietud interior. Es posible el cambio, y cuanto antes se empiece, ¡mucho mejor!