Laboral

El empobrecimiento que impide a los italianos tener hijos (y que denuncia el papa Francisco)

El pontífice critica ante Meloni que formar una familia en el país mediterráneo se ha convertido en un "lujo exclusivo" de los ricos

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La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el Papa Francesc.

Milán“El libre mercado, sin los correctivos necesarios, se vuelve salvaje y produce situaciones de desigualdad cada vez más graves”. El análisis no es de ningún intelectual o economista progresista sino del papa Francisco. Durante una conferencia reciente sobre la crisis demográfica, el pontífice denunció que en Italia formar una familia se ha convertido en un lujo exclusivo de las clases privilegiadas. “La dificultad para encontrar un trabajo estable, los alquileres por las nubes y los salarios insuficientes son problemas reales”, criticó sentado junto a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. "Italia es un país con poco futuro, solo los ricos pueden tener hijos", sentenció.

La progresiva disminución de la población en Italia es uno de los retos del gobierno de ultraderecha que llegó al poder hace ocho meses. Solo en 2022 se registraron 4.000 nacimientos menos que en el año anterior. Este invierno demográfico, advierten los expertos, tendrá un efecto directo en la economía italiana, puesto que el PIB podría caer hasta 18 puntos en las próximas dos décadas si los nacimientos continúan reduciéndose al ritmo actual.

“¡Los que tienen hijos hoy en Italia tendrían que ser considerados héroes!”, asegura Alexia, una siciliana de 40 años instalada en Milán desde hace más de una década. El año pasado esta psicóloga compró su primera casa en propiedad con su pareja, un informático con quien espera poder tener hijos algún día. Aún así, reconoce que “la situación económica influye de gran manera a la hora de tomar decisiones importantes”, como por ejemplo formar una familia.

Alexia y su pareja pagan 800 euros de hipoteca, prácticamente lo mismo que pagaban por el apartamento de alquiler donde vivieron durante años. Pero la incertidumbre por el futuro laboral (ella es autónoma y él ha cambiado varias veces de trabajo en los últimos años) no invita a hacer planes de futuro, especialmente cuando solo llenar la nevera se ha convertido en un auténtico reto. “Si estuviera sola no podría pagar una hipoteca o un alquiler ni siquiera en las afueras de la ciudad”, reconoce.

El aumento vertiginoso de la inflación ha supuesto un cambio radical en su vida diaria. “Ahora tengo más cuidado de lo que compro en el supermercado, el ocio... Comer fuera de casa se ha convertido en un lujo, ¡y eso que somos solo dos!”, exclama. El precio de la pasta, alimento básico de la dieta transalpina (cada italiano consume una media de 25,3 kilos al año), se ha disparado en los doce últimos meses hasta alcanzar los 2,3 euros el kilo. Esta situación ha llevado al ministerio de Economía a convocar una comisión urgente para analizar la evolución del precio de este alimento, que en marzo registró un incremento del 17,5%, en un contexto caracterizado por la reducción de los costes energéticos y las materias primeras.

“De aquí pronto no podremos comernos ni un plato de espaguetis”, lamenta Elena, una jubilada de 73 años que vive sola con una pensión de viudedad de solo 1.000 euros. No fue nunca malgastadora, pero confiesa que ahora mira con más atención las ofertas cuando hace la compra. Trabajar y no llegar a final de mes es el día a día de muchos italianos. "En Italia se puede ser pobre incluso trabajando", recuerda a menudo Maurizio Landini, secretario general de CGIL, el principal sindicato del país. Según un informe del ministerio del Trabajo, el 11,8% de los asalariados viven por debajo del umbral de la pobreza frente al 9% de la media europea.

Adiós a la renta de ciudadanía italiana

En 2018 el Movimiento 5 Estrellas (M5E) aprobó en el Parlamento italiano su medida estrella: la renta de ciudadanía, un subsidio de unos 550 euros que reciben 2,5 millones de personas. “Hemos abolido la pobreza”, celebró el entonces titular de Trabajo, Luigi Di Maio. Menos triunfalista, durante su etapa como primer ministro después de la caída del gobierno del M5E, Mario Draghi reconoció que se trataba de “una medida importante”, pero también señaló los defectos de la norma, que ha favorecido fraudes por valor de casi 300 millones de euros.

En Milán, la ciudad más rica del país, 23.000 personas sobreviven gracias a esta ayuda. Casi la mitad tienen un contrato de trabajo y una renta inferior a los 6.000 euros al año. Aún así, el gobierno de Meloni anunció que la aboliría a partir de septiembre y la sustituiría por otro subsidio menos generoso. “Si se confirma la reforma, Italia será el primer país europeo que no ayuda las personas en situación de pobreza”, denuncia Cristiano Gori, profesor de políticas sociales de la Universidad de Trento. “Reducir esta medida significa abocarlos a la calle”, concluye.

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