Homenotes y danzas

De empresario del cáñamo a ministro de Hacienda

Josep de Caralt fue un empresario de éxito que ocupó multitud de cargos institucionales y dio el salto a la política

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José de Caralt Sala (1862-1944)

A mucha gente, “Conde de Caralt” sólo le sonará a vinos y cavas del Penedès, pero en realidad detrás hay una larga historia familiar, iniciada, al menos en cuanto a la secuencia nobiliaria, por Josep de Caralt, empresario y político catalán de finales del XIX y la primera mitad del siglo XX.

Su padre, Delmir Caralt, había creado en 1863 una empresa textil que se dedicaba al cáñamo con un socio vilanovino llamado Pelegrí Marquès (otras ramas de esta familia dieron lugar a los Bultó Marquès), y que llevaba como nombre Marqués, Caralt y Compañía. Desde 1873 la fábrica de esta empresa estuvo ubicada en Hospitalet de Llobregat, donde con los años llegaría a ser una de las más importantes de la villa. Como Josep de Caralt no era primogénito, no estaba previsto en el guión que heredara la empresa familiar, pero su hermano mayor y heredero murió prematuramente en 1903 y poco después (1914) lo haría el padre y fundador, por lo que contra pronóstico le tocó tomar las riendas del negocio. En esa época era ingeniero y docente en la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona. Una vez tomada la gestión de la firma, se mantuvo como primer ejecutivo durante tres décadas, hasta el mismo momento de la muerte, en 1944.

Bajo su gestión, el negocio creció hasta que se creó convirtió en la primera empresa del país en su sector, el cáñamo, con una plantilla de 1.600 trabajadores. En 1919 el negocio cambió de denominación para pasar a ser Filatures Caralt Pérez, dado que se fusionó con la firma comercializadora de su producto. En paralelo, tuvo una intensa actividad política, materializada en su participación en la Liga Regionalista y después en el Partido Liberal Fusionista, mucho más conservador y de carácter monárquico. En marzo de 1918 fue un fugaz ministro de Hacienda bajo el gobierno de Manuel García Prieto. Aún profundizó más en su ideología cuando, en 1919, contribuyó a fundar la Unión Monárquica Nacional, de la que fue presidente honorario.

Era un partido que tenía como eje “monarquía, unidad política, orden social” y que se presentaba como antídoto para luchar contra la Liga Regionalista, una formación que consideraban próxima al separatismo por su reivindicación de Estatuto de Autonomía. En aquella formación se reunían personajes muy conocidos de las élites catalanas, como Claudi López Bru (marqués de Comillas), Josep Maria Milà Camps (conde del Montseny), Darius Romeu Freixa (barón de Viver), Ramon Godó Lallana (conde de Godó) y Mariano de Foronda (marqués de Foronda), bajo la presidencia y el liderazgo de Alfons Sala Argemí (conde de Égara). Su vinculación tan estrecha a la causa española le valió que Alfonso XIII le premiara con el título de conde en 1916.

Entre 1913 y 1914 fue presidente de la patronal Foment del Treball, presidió la Junta de Obras del Puerto, fue presidente de la Cámara Oficial de Industria en los períodos 1921-1930 y 1938-1944, en 1922 entrar como miembro de la Junta de Aranceles y Valoraciones y en 1927 ejerció como vocal del Consejo de Economía Nacional (un organismo creado durante la dictadura de Primo de Rivera): son algunos ejemplos de la infinidad de cargos institucionales que ocupó .

Desde el punto de vista empresarial, formó parte de los consejos de administración de Banco Hispano-Colonial, Caja de Previsión y Socorro (una aseguradora), Aceros Electro Rápidos (compraventa de acero y fabricación de herramientas ), Hispano Finlandesa, Cooperativa de Fluido Eléctrico (compañía de generación y distribución de electricidad, con los años absorbida por Hidruña), Cinematográfica Verdaguer (distribuidor de películas estadounidenses) y, como reseñaba su obituario en La Vanguardia, “otras entidades y corporaciones cuya mención sería interminable”.

Buena parte de todos estos cargos aún los seguía ocupando en el momento de morir, en 1944, en Sant Andreu de Llavaneres. El título de conde pasó a su nieto y actualmente, desde el 2006, está en manos de su tataranieta Ágata Luisa de Caralt y Moxó.

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