Epic fail

De forjar campanas a hacer las ollas que tienes en casa: el acertado giro de Barberí

La campana Libertad para el ANC fue uno de los últimos encargos de la empresa

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Foneria Barberí.

Desde 1932, en medio de Ocaña, una ciudad colombiana de 130.000 habitantes, se alza una estatua de Jesucristo. Es de bronce y mide seis metros. Lo sabe poca gente, pero este monumento guarda una estrecha relación con un montón de espacios de Barcelona. Está conectado con la estatua de Frederic Marès, enclavada en la plaza Catalunya; con varias figuras que completan la célebre fuente de la plaza Espanya, y con la imagen de bronce de Santa Elena, que desde 1913 corona el cimborrio de la catedral de Barcelona. ¿El nexo de unión? El lugar donde se fundió el metal para su elaboración: la fundición Barberí.

Nacido en Olot a mediados del siglo XVI, este taller tuvo el honor de ser considerado –durante muchos años– el segundo negocio más antiguo de Catalunya, tan sólo por detrás de Codorniu. Con casi cinco siglos de historia, de sus instalaciones no sólo salieron estatuas. También fabricaron utensilios de cocina y cientos de campanas que todavía resuenan por toda Cataluña. Una de las últimas, la campana Libertad, encargada por la Assemblea Nacional Catalana en 2013. Tres años después, Barberí anunció su cierre. "Nos duele, pero nos vemos obligados", explicó entonces Ramon Castey, propietario de la fundición, en declaraciones al ACN. La demanda de campanas y esculturas para espacios públicos había ido cayendo y, con la llegada de la crisis, el panorama se había oscurecido: si en la década de 1990 salían del taller entre dos y tres campanas cada mas, en los últimos años eran sólo diez anuales. "La baja actividad de los últimos años nos ha llevado a cerrar", añadía el propietario en 2016.

El principal problema, un contexto económico desfavorable que puso contra las cuerdas a todo el gremio de las fundiciones. "Con el estallido de la crisis económica de 2008, el sector público cambió sus prioridades presupuestarias", argumenta Josep Maria Espinet, profesor del área de comercialización de la Universidad de Girona (UdG). La empresa, que estaba especializada en dar forma a esculturas artísticas de grandes dimensiones, vio cómo, en época de vacas flacas, las administraciones ya no destinaban recursos a incorporar nuevas obras de arte en las rotondas o en las plazas. Poco a poco la facturación había ido descendiendo, al igual que el número de trabajadores. "Cuando los productos de una empresa dejan de ser demandados por los clientes, es necesario que se haga un viraje para adaptarse a la situación –explica el experto–. Ahora bien, a menudo esto requiere realizar inversiones elevadas que no están en alcance de todo el mundo".

La historia de Barberí, sin embargo, no acabó en el 2016. Pese a apagar para siempre los hornos y entregar a sus escultores los moldes que todavía guardaban, los propietarios habían puesto en marcha hacía años una línea paralela de actividad. "En 1996, con la introducción de materiales antiadherentes y la ampliación de la gama de utensilios de cocina que también fabricaba Barberí, creamos una división dedicada, exclusivamente, a la fundición de este tipo de productos –recuerda la empresa en el ARA–. Así nació Castey, empresa líder en el sector del menaje del hogar", explican. Hoy es una compañía plenamente consolidada y que lleva a sus espaldas una larga lista de innovaciones que han tenido muy buena aceptación en el sector: desde los mangos desmontables o las asas de silicona para prevenir quemaduras accidentales hasta los productos de aluminio aptos para placas de inducción, que han patentado. Ahora su catálogo incluye doce colecciones con decenas de referencias, que abarcan desde juegos de cuchillos y cubertería hasta todo tipo de cazuelas, ollas y sartenes. Si el recuerdo de Barberí todavía resuena en los campanarios de Catalunya, también lo hace en las cocinas.

La lección

"Las empresas siempre deben estar atentas a la evolución de la demanda, porque poder anticiparse a los cambios es clave", explica Josep Maria Espinet, profesor del área de comercialización de la UdG. Para el experto, "la antigüedad de un negocio no es garantía de éxito". También añade que, para garantizar su viabilidad, conviene diversificarse y abrirse a nuevos segmentos de consumidores.

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