Banca

La frase que le costó a Credit Suisse 68.300 millones de euros en depósitos

La entidad helvética fue rescatada a la desesperada por su histórico rival UBS a finales de marzo

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Oficinas de Credit Suisse en Singapur, este lunes.

BarcelonaEn el obituario de Credit Suisse, la histórica entidad suiza que quebró a finales de marzo, tendrá un lugar destacado Ammar al-Khudairy, que antes del hundimiento era presidente del Banco Nacional Saudí, el principal accionista de Credit Suisse. Al-Khudairy fue destituido de manera fulminante el 27 de marzo, señalado como gran culpable de la caída de la entidad helvética después de haber dicho que la entidad saudí no aportaría más capital al banco suizo. Por el momento en el que lo dijo, en plena tormenta bancaria en los Estados Unidos por los problemas del Silicon Valley Bank, se lo considera el gran responsable de que hubiera un estallido de pánico alrededor de Credit Suisse, que el día de las declaraciones del banquero saudí cayó un 24% en bolsa.

La entidad caída ha querido hacer público este lunes a cuánto subió la retirada de depósitos que sufrió durante los tres primeros meses del año: la cifra asciende a 67.000 millones de francos suizos (68.300 millones de euros). Esto equivale a unos 758 millones de euros cada día. El banco no precisa por semanas cómo fue esta fuga de capitales y ha reconocido que la hemorragia fue significativa durante la segunda quincena de marzo y especialmente intensa "en los días inmediatamente anteriores y posteriores al anuncio de la fusión". Se estabilizó posteriormente a niveles mucho más bajos que por ahora todavía no se han revertido.

Credit Suisse pudo salvarse después de una fusión de urgencia orquestada por las autoridades del país, por la que UBS, su histórico rival, la adquirió por 3.000 millones de euros. La operación fue polémica porque protegió antes a algunos accionistas que a los tenedores de deuda del banco, los bonistas, en una decisión que subvierte la normativa vigente en la mayor parte del mundo.

Credit Suisse, que está ultimando su absorción, ha anunciado este lunes un beneficio de 12.673 millones de euros (ante los 278 millones de pérdidas del año pasado) gracias al efecto de la amortización de los bonos de capital adicional que le impuso el regulador suizo.

Una hemorragia tres veces la del Popular

Los bancos que sufren una fuga de depósitos se pueden ver abocados a su cierre. En primer lugar, porque parte de los depósitos de los clientes constituyen el capital base con el que operan y que les exigen los reguladores. En segundo lugar, porque es este dinero el que invierten para tratar de hacer negocio.

Cuando un banco se ve en el blanco de las dudas de la opinión pública corre el riesgo de que un cliente retire sus ahorros por miedo a perderlos y que se lo explique a familiares, amigos y conocidos, que pueden imitarlo. Estos comportamientos, aunque sean inmotivados, pueden llegar a hundir a un banco en cuestión de horas. Este fenómeno de retirada masiva de depósitos es lo que se conoce como pánico bancario y es lo que afectó al SVB y a las otras entidades intervenidas en los EE.UU.

La fuga de 67.000 millones que sufrió Credit Suisse es ciertamente letal. Hay que pensar en el caso del Banco Popular, que cayó en mayo de 2017 después de sufrir fugas de depósitos por 18.000 millones; la de la entidad helvética fue 3,7 veces más grande. En cuanto a la fuga de depósitos orquestada por el gobierno del PP y varias grandes administraciones y empresas del Ibex-35 como respuesta al 1-O que sufrieron CaixaBank y el Banco Sabadell, nunca ha habido una cifra clara: algunos medios hablaban de cifras de entre 6.000 y 9.000 millones, pero el ARA pudo saber que solo el Sabadell (tres veces más pequeño) había visto cómo se le iban hasta 12.000 millones en pocos días.

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