La importancia de tener mujeres referentes

Aún no sé cómo se me ocurrió que podía ganarme la vida dedicándome al mundo del audiovisual. En 1987 internet no existía y no tenía a nadie cerca que se dedicara a ello. Solo sabía de Silvestre, el primo de mi madre que era profesor en el EMAV, la Escuela Municipal de Medios Audiovisuales. De hecho, me inscribí porque no había sacado nota suficiente para estudiar biblioteconomía y documentación, unos estudios que consideraba más realistas para mí. Pero cuando quedé fuera me dije que qué caray, que podía tratar de estudiar para ser técnico de cine. Y a pesar de estudiarlo, no fue hasta que hice un máster de guion en la UAB y conocí a Maite Carranza que creí que aquello podía ser una realidad para mí.

Ella fue mi primer referente. Cercana, potente, con las ideas claras, generosa y comprometida. Escribía series y programas infantiles y había ganado varios premios con sus libros de literatura infantil y juvenil, y me di cuenta de que yo quería hacer lo mismo. Maite siempre me recuerda que todo lo que he conseguido lo he hecho por mí misma, pero a mí también me gusta explicar que tener un referente positivo como ella cerca me ayudó mucho. Porque las mujeres venimos de donde venimos y a veces nos cuesta creérnoslo. Creer que es posible para nosotras. Y por eso siempre aconsejo a las niñas y jóvenes que busquen a una mujer que les haga de liebre, la figura de aquella persona que entrena corriendo contigo y siempre va delante de ti y que te ayuda, sin que te des cuenta, a ir más lejos.

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Y ahora mismo que estamos reinventando qué es ser una mujer a partir de los cuarenta y cinco años sigo buscando mujeres en las que reflejarme. Mujeres que refuerzan la idea de que la madurez y la vejez son edades de plenitud y alegría. Que en lugar de detenerse van a más y a las que el estereotipo les da lo mismo. Cuando inventé a Sara, la protagonista de mi novela Un cor de neu, la quise en parte así, y también con una sexualidad activa a sus sesenta y cinco años. Para crearla hablé con Eva Moreno, sexóloga, que me confirmó que es un modelo que va a más. Y después hice una pequeña búsqueda por internet para buscar a mujeres de la edad de Sara que respiraran esa potencia. Topé con Chrissie Hynde, la líder del grupo The Pretenders, que sigue ofreciendo conciertos calzando botas hasta medio muslo. También con las actrices Meryl Streep y Kristin Scott Thomas. Pero aquí también tenemos mujeres que nos han ofrecido un modelo de madurez moderna y activa y que ahora encaran una vejez igualmente fuera de norma, como la periodista Núria Ribó o la abogada Magda Oranich. Estuve con ambas en el 75 aniversario de Núria, y verla bailar con unas zapatillas de leds verdes y escuchar la lucidez y el buen humor de Magda me reconcilió con el mundo. Tenerlas cerca hace que todo sea posible, incluso que yo misma un día me pueda convertir en un referente para otra mujer y ella, a su vez, para otra, y que así la cadena de energía y potencia no tenga freno.