Israel, más aislada pero inflexible

2 min
Muhammad, de 11 años, y Reham, de 9, frente a uno de los centros de distribución de alimentos en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza.

La decisión de Estados Unidos de abstenerse en la última votación del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la solicitud de un alto el fuego en Gaza supone un cambio definitivo en su política de apoyo a Netanyahu y deja Israel más aislada internacionalmente. Hasta ahora, EEUU había impedido una resolución tan explícita. La semana pasada Washington había dado un paso en esta línea, pero no salió adelante: había propuesto un alto el fuego ligado al regreso de los rehenes, propuesta que fue rechazada por Rusia y China. Esta vez, finalmente las dos cuestiones han quedado desvinculadas: al margen del destino de los rehenes –se pide su liberación, pero no se establece un vínculo explícito–, la ONU exige un paro de los ataques del ejército israelí como al menos durante el Ramadán. Un aplauso sostenido y emocionado de la Asamblea de Naciones Unidas ha sellado este acuerdo largamente buscado y que, sin embargo, llega tarde. Muy tarde.

En todo caso, es un duro golpe diplomático para el gobierno de Tel-Aviv, cuya soledad comienza a ser clamorosa. De hecho, lejos de dar ningún paso atrás, como respuesta Netanyahu ha suspendido la visita prevista de una delegación a Washington. Pero el giro que han terminado haciendo EEUU no le puede venir de nuevo y, además, fue precedido por el de la Unión Europea, que si inicialmente estaba decantada a favor del estado judío se ha ido distanciando a medida que el drama humanitario ha ido tomando una dimensión más brutal y dramática. En las democracias occidentales, pese a sus lazos político-comerciales y su deuda moral histórica con Israel, a la vista de una Gaza a la que literalmente se está dejando morir de hambre, cada vez se les ha hecho más difícil justificar ante sus opiniones públicas la complicidad con un cerco que se ha convertido en un auténtico genocidio. La pérdida de vidas infantiles resulta absolutamente intolerable.

La negativa de Israel a dejar entrar alimentos, agua y medicinas en la Franja ha sido férrea. En las últimas semanas y días, la entrada con cuentagotas de ayuda humanitaria por mar y aire no está suponiendo en la práctica una solución real y efectiva para detener en serio la crisis humanitaria. Se mantiene el bloqueo prácticamente total por la frontera sur de Rafah con Egipto, donde también lleva días planeando la amenaza de un ataque en esta zona donde se concentra el grueso de la población expulsada del norte. A esto, además, hay que añadir ataques puntuales recurrentes y absolutamente condenables del ejército israelí –con decenas de víctimas– sobre personas indefensas que hacían cola para recoger los pocos alimentos caídos del cielo. Y, aún, este mismo lunes la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), que trabaja en la Franja, también ha sido víctima de las iras de Netanyahu: su gobierno ha anunciado que dejará de trabajar y le ha acusado de "perpetuar el conflicto" por sus supuestos vínculos no demostrados con Hamás.

El gobierno de Israel se muestra inflexible, lejos de ninguna evolución hacia una desescalada militar. De momento, el creciente aislamiento político internacional no parece afectarle. Miles de palestinos seguirán atrapados en el infierno de Gaza.

stats