Israel, Hamás y la marca TV3
El domingo por la noche TV3 ofreció el especial informativo La guerra eterna sobre la guerra y la escalada extrema de violencia entre Israel y Hamás. Un programa que, como dijo Raquel Sans al inicio, "es de actualidad pero también de reflexión". Seguramente, este segundo objetivo es el que pedía la audiencia después de una semana de imágenes de una crueldad atroz. De nuevo –y ojalá fuera así más a menudo–, la televisión pública pudo lucir uno de sus pilares más fuertes: el equipo de la sección de internacional. Desde los enviados especiales a la zona, los corresponsales en Israel y repartidos por todo el mundo, hasta los que pueden ofrecer un análisis con conocimiento de causa desde los estudios. Juan Carlos Peris, Raquel Sans, Alberto Elfa, Geni Lozano, Domènec Subirà, Toni Cruanyes, Roser Oliver, Xesco Reverter, Juan Roura, Manel Alías... todos tienen o han tenido un bagaje como corresponsales y se han enfrentado a situaciones informativas complejas y trágicas. Y esto da siempre una mirada, una experiencia a la hora de acercarte a la realidad, que el espectador valora y agradece. Una vez más, la rueda de corresponsales desde distintos puntos del mundo servía para entender la actualidad desde una perspectiva global. La mesa de analistas de la segunda parte del programa facilitó la reflexión que Raquel Sans anunciaba al inicio.
Los testigos y los breves reportajes que aportaron fueron impresionantes. Desde el de Kayed Hammad, un palestino que se negaba a moverse de su casa, hasta las madres israelíes que tenían a sus hijos secuestrados por Hamás. Sorprendían por su insólita serenidad. Sin embargo, el testimonio de un chico que sobrevivió a los ataques del festival Supernova nos servía para intuir la razón y la profundidad del trauma: “Siento que ya no me emociono, que ya no puedo sentir tristeza alguna. Nada...”.
Las explicaciones de Juan Carlos Peris desde el plató, acompañándose de mapas y gráficos, fueron muy pedagógicas pensando en el espectador menos bregado en los detalles del conflicto. El reportaje de Joan Roura sobre los orígenes de Hamás era completísimo, pero para un espectador neófito en la materia era imposible asimilar tanta densidad de información condensada en tres minutos. La experiencia en algún momento puede hacer perder de vista las necesidades reales de la divulgación televisiva.
Ahora bien, en este especial hubo un aspecto, por supuesto secundario, que te distanciaba del análisis: un ejercicio algo torpe de promocionar las distintas plataformas de la televisión pública. Raquel Sans daba paso a una crónica para promocionar los contenidos digitales del 324.cat. Y Toni Cruanyes pasó el relevo de la cobertura desde Jerusalén a su compañero de Catalunya Ràdio, Manel Alías, como quien traspasa un reinado. Ya se entiende que la Corporación debe estimular las sinergias para recrear ese imaginario de una gran factoría de contenidos. Pero hay que encontrar planteamientos visuales y narrativos que lubrican con mayor naturalidad esta estrategia porque queda algo forzado. Ni siquiera los periodistas parecen cómodos con estas iniciativas para potenciar la marca. Si chirría, no suma, sino que resta. Y la mejor marca de TV3 siempre ha sido el servicio público y no esa endogamia autorreferencial tan postiza.