Francisca Verdejo: "Como juez frustra saber que una sentencia nunca podrá reparar el alma de una víctima"
Magistrada delegada de los juzgados de violencia sobre la mujer de Barcelona
BarcelonaDesde el juzgado 2 de violencia sobre la mujer de Barcelona, la magistrada Francisca Verdejo ha conocido a miles de víctimas que han dado el paso de denunciar a su agresor. La delegada de los juzgados de esta especialización en la ciudad sabe que el trance de ponerse ante un juez no es agradable para ninguna víctima. Por el contrario, considera que se encarga de "la parte más fría" de la atención a la violencia machista. Sin embargo, ella guarda el recuerdo de los casos que le han golpeado emocionalmente durante los casi veinte años que lleva allí, y no deja de preguntarse qué más podría hacer por ellas.
¿Cómo es abordar casos con tanto impacto emocional en la frialdad de un juzgado?
Nuestro trabajo termina en el momento en que el expediente sale de aquí, pero debemos intentar ponernos dentro de su jefe. Ser empática y que la víctima, mientras está delante de mí en la sala de vistas, se sienta acompañada.
¿Hay algún caso que recuerde especialmente?
En Barcelona he investigado cuatro asesinatos. El segundo me sigue afectando cuando pienso en ello, y ya han pasado 14 años. El 10 de noviembre del 2010 estaba de guardia cuando llegó un atestado de los Mossos d'Esquadra sobre una chica, Eliana, de 26 años, a la que le habían roto la nariz. Eliana llegó al juzgado con la nariz rota, y no quiso declarar contra su pareja, que era quien le había agredido. Le expliqué que, cuando no hay testigos, los fiscales no acusan. Por tanto, yo debería cerrar el procedimiento. Ella me dijo que habían hablado con su familia, se iría a vivir a Murcia y no le molestaría más. Esto, en otras palabras, es lo que muchas víctimas te dicen, pero la gente no cambia.
¿Hubo juicio?
Hablé con la fiscal. "Por favor, acusa para que pueda abrir juicio, tiene la cara partida". Lo hizo, y eso me permitió abrir juicio. Se fijó para mayo del 2011. Eliana llegó al penalti y no declaró. No había pruebas, sentencia absolutoria. La sentencia absolutoria no significa que no haya ocurrido, sino que no ha habido pruebas. Dos meses después, el 4 de julio, estaba de vacaciones y me llamó el letrado del juzgado. Me dijo que habían matado a Eliana. No sé explicar la sensación que tuve en ese momento, todavía lo recuerdo. La mató con 26 puñaladas, en casa. No puedes imaginarte el dolor y cómo me afectó.
¿Cómo le afecta esta implicación emocional?
A veces no sé cómo aguantamos emocionalmente estar aquí. Quizás por la fuerza que nos dan las mujeres. Después de tres días de guardia, escuchando sólo dolor, debes hacerte un lavado interior cuando te vas e intentar relajarte, vaciarte, pero es duro. Me he preguntado mucho si el 10 de noviembre del 2010 yo pudo hacer algo más por Eliana. La sensación que tuve ese día fue que quizás no le dimos suficiente confianza. Yo me he convencido de que hice todo lo que pude hacer, porque debe animarnos a pensar que hacemos lo que hacemos por Eliana. Sigo en esto por ella, porque se lo merece. Y por las otras tres mujeres que han asesinado y que yo he investigado. Pero la verdad es que a veces, en casos como estos, sientes algo de impotencia y rabia, porque llegas a cuestionarte incluso tu trabajo.
No es infrecuente que las víctimas se echen atrás a la hora de declarar en el juzgado, como hizo Eliana. ¿Cómo lo suele encarar?
Debemos intentar que declare, pero sobre todo que sepa que estamos aquí y en cualquier momento puede volver a denunciar. A una mujer nunca se le puede reprochar o reprobar que no declare, porque es la víctima y porque es la más vulnerable. El círculo de la violencia es muy complejo. No podemos molestarnos o sentir impotencia para que una mujer venga aquí y no declare. No desplazamos la responsabilidad y la carga en la mujer. Todos tenemos cerca a algún maltratador, y callamos. No creemos que es un tema privado, porque no lo es. Estamos obligados a presentar esa denuncia. Y quizá la mujer no declare, pero eso tiene un efecto intimidatorio en el agresor para no volver a hacerlo más.
Cada año existen más causas por violencia machista. ¿Cómo cree que debe afrontarse?
Desgraciadamente, en los últimos cuatro años el incremento ha sido brutal. En parte, la ley del sólo sí es sí ha hecho crecer el número de denuncias, dado información e instrumentos para las mujeres. Bienvenido sea, pero a una ley por sí misma no le puedes pedir milagros. Creo que deberíamos seguir el ejemplo de la medicina, donde se entiende que la prevención es fundamental. El Estado sigue actuando en colegios y otros espacios con programas de formación, pero esto es un grano de arena en un desierto. Creo que todo esto sirve de poco si la familia del menor no se implica.
Y desde los juzgados, ¿qué hacer?
Es muy complicado, y la frustración que nosotros a veces tenemos es que podemos hacer poco. Contamos con una capacidad muy limitada. La reparación es fundamental, para la víctima es tan importante como la pena. Por mucha indemnización, por mucho dinero que te den, no creo que el dinero sea capaz de eliminar el dolor emocional y moral. Creo que se puede reparar el mal físico, pero el mal moral y lo emocional nunca se van a reparar. Una sentencia llega hasta dónde puede llegar, pero nunca reparará el mal de una víctima. El dinero no reparan nada. Pienso que una víctima de violencia siempre se va con mal sabor de boca, porque le pueden reparar la mesa, el móvil o la puerta de la casa, pero no le pueden reparar el alma.