Para Laporta, ahora viene lo más difícil
Joan Laporta será de nuevo presidente del Barça. Vuelve al cargo con el aval claro de los socios, que han optado más por lo que el laportismo representa de orgullo y autoestima que propiamente por su programa de gobierno, poco explícito. Han ganado la emocionalidad y el carácter por encima de la racionalidad, que ha quedado en un segundo plano. En el mundo del fútbol, a pesar de la profesionalización de la gestión tanto económica como deportiva, a pesar de la importancia del negocio, entre los seguidores siguen mandando los sentimientos. Los socios y los aficionados del Barça no son una excepción. En campaña, Laporta se ha limitado a no protagonizar salidas de tono, a hacer olvidar su perfil más frívolo, a dejar en un segundo plano las frustradas aventuras políticas y a apelar, en cambio, a la épica de su primer mandato. Y lo ha conseguido: se ha hecho con más del 50% de los votos, una victoria incontestable. Su principal rival, Víctor Font, a pesar de los años de preparación y la solidez de su modelo de club, estaba preparado para competir con un candidato continuista de la junta fallida del ahora investigado Bartomeu, pero no para hacer frente a un candidato tan carismático como Laporta
La noche electoral, Font supo perder con elegancia, como también lo hizo Toni Freixa, el tercero en la carrera. La foto de los dos apoyando al triunfador Laporta es una buena señal de cambio de época en el Barça. Ahora, sin embargo, la responsabilidad de imprimir una transformación de verdad al club es del ganador, que tendrá que arremangarse para ponerse al frente de una entidad que lo que pide sobre todo es seriedad para rehacer el estropicio. Mucha seriedad. El Barça ha perdido credibilidad deportiva y organizativa, además de valores éticos. El Barçagate es la gota que ha hecho colmar el vaso, que ha hecho tocar fondo. Y en cuanto a la parte deportiva, las derrotas humillantes en la Champions de los últimos años han dejado muy tocado el estilo Barça, y el futuro de Messi es la gran incógnita que se tendrá que resolver los próximos meses. Un Messi que, como ha demostrado en los últimos partidos y como ha demostrado yendo a votar, sigue sintiendo los colores del club de su vida.
En todo caso, para recuperar el prestigio no bastará apelando al cruyffismo como panacea para curar todos los males. Laporta y su equipo, del que este lunes se han conocido los principales cargos, deportivo –Mateu Alemany– y económico –Ferran Reverter–, tendrán que hacer mucho trabajo, recoser muchas heridas –en el vestuario, en La Masia, en el palco–, hay que exigirles que hagan limpieza de malas prácticas y tendrán en especial que poner rumbo a la remontada económica, cosa nada sencilla, como garantía de un futuro de éxitos. Sin duda, la figura de Laporta genera ilusión popular, pero se tendrá que esforzar para generar también confianza dentro y fuera del club para asegurar una reconstrucción sólida si realmente quiere que el Barça vuelva a merecer ser considerado "más que un club", tanto en Catalunya como nivel internacional, tanto en el campo como en los despachos, tanto en el orden deportivo como en el cívico. Ahora viene lo más difícil.