Transporte

Magí Roca, el desconocido pionero de los autobuses de Barcelona

Autobuses Roca se convirtió en la segunda empresa de la capital catalana, pero terminó en manos de su competidor

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El empresario catalán del transporte, Magí Roca.

Cuando pensamos en TMB, la compañía que gestiona el transporte público de Barcelona y parte del área metropolitana, visualizamos a una gran empresa del sector público. Los iniciados también pensarán en la multinacional de capital privado (primero inglesa y después belga) que fue la semilla del actual TMB. Pero lo que casi nadie recuerda es que en el abedul del transporte colectivo en Barcelona también hubo emprendedores que invirtieron los ahorros en proyectos similares y que a menudo tuvieron que competir contra los intereses de los poderosos. Es el caso de Magí Roca, un caso excepcional del mundo empresarial catalán.

El destino ya lo tenía marcado antes de nacer porque su familia se había dedicado al transporte –inicialmente sólo de mercancías– desde principios del siglo XIX. El plan de seguir estudios reglados se frustró con la muerte prematura de su padre, una eventualidad que le empujó a ponerse a trabajar en el negocio familiar, que en ese momento ya tenía tres patas: transporte de mercancías, compraventa de paja, alfalfa, forrajes y frutos secos, y la Fonda Universo de Tàrrega, su localidad natal. Con tan temprano debut laboral –tenía trece años cuando el padre traspasó– tuvo tiempo de hacer muchas cosas, y no sólo desde el punto de vista profesional: tan pronto como la situación económica se lo permitió, se vinculó estrechamente a los movimientos catalanistas del cambio de siglo y también a la vida cultural targarina. Una de sus primeras actividades fue el transporte de material para construir el Canal de Urgell y la central hidroeléctrica de Cabdella, en el Pirineo.

Instalado en Barcelona, ​​los primeros negocios de peso en la capital fueron el transporte de material para las obras del metro de la ciudad, primero trabajando para la compañía Gran Metropolitano (1921) y poco después para el Ferrocarril Metropolitano Transversal ( 1923). También participó activamente en las obras de soterramiento de las vías de Ferrocarrils de Catalunya (1926) y en el transporte de arena para ampliar el puerto. En 1924 su empresa alcanzó un acuerdo con Viatges Marsans que le permitió entrar, también, en el segmento del turismo. Ese mismo año se creó la Federación Industrial del Autotransport de Catalunya (FIATC), donde el propio Roca fue uno de los 37 fundadores, además de directivo de la junta inicial. Uno de los objetivos de la nueva entidad era la cobertura de los accidentes de trabajo, que se organizó mediante una mutualidad creada seis años después y que hoy es la conocida Mutua FIATC.

El salto al transporte de viajeros desde la ciudad de Barcelona lo dio en 1927, cuando se asoció con La Pirenaica Pallaresa para crear un servicio de autobuses entre Barcelona y varias localidades del país. Poco después logró también la gestión de líneas urbanas de la ciudad, momento en el que Autobuses Roca se convirtió en la segunda compañía de Barcelona tras su gran rival, la Compañía General de Autobuses (CGA) que dirigía el marqués de Foronda y en manos de Tranvías de Barcelona (TB). Durante la década de los treinta, Autobuses Roca llegó al cenit, pero pronto estalló la Guerra Civil y cambió todo.

Una vez finalizado el conflicto bélico, la situación de los negocios de Magí Roca se dio la vuelta repentinamente. Pese a su buena voluntad por reanudar la actividad en una España devastada –siguió pagando los sueldos de los trabajadores mientras la compañía todavía estaba inactiva–, se topó con un escollo insalvable: la traición del ministro de Transportes que, después de haber -le prometido acceder a las cuotas de gasoil, se echó atrás y le condenó al ostracismo. Sobre este repentino cambio de opinión siempre planeó la sombra de la todopoderosa TB. Ante esta situación y la falta de continuadores en la familia, el imperio Roca empezó a deshacerse como un azucarillo hasta caer en manos de la rival TB. El declive empresarial fue en paralelo a la degradación de la salud de Magí Roca, que acabó muriendo en 1947 de un cáncer de hígado. Tres años después se ponía la lápida definitiva en Autobuses Roca, con el traspaso de las últimas líneas a TB.

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