Maite Carranza: “Soy muy apasionada, nunca he tenido miedo al amor”

La historia de amor de la escritora catalana

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La escritora Maite Carranza y Marcel

En verano de 1992, la escritora Maite Carranza se fue a Londres a mejorar su inglés. “Estaba en un momento difícil de mi vida. Tenía 34 años, me había divorciado y tenía dos hijos pequeños”, comienza. Ese mes en Londres fue "como un regreso a la juventud que no había podido disfrutar en los últimos años". Después de quince días de hablar inglés todo el día, un compañero de clase le dijo que conocía a un español y que se lo podía presentar. Carranza aceptó y así conoció a Marcelino, a quien todo el mundo llamaba Marce ya quien ahora llaman Marcel.

“Mi amigo me presentó diciendo que era holandesa y yo seguí la broma. Cuando Marcel me preguntó por las vacas y la mantequilla confesé que veníamos de la misma tierra. Él me dijo que era de Santander, era muy guapo, muy simpático y coincidíamos en gustos literarios y musicales”, recuerda Carranza. Los quince días que les quedaban en Londres vivieron un apasionado amor de verano. “Los dos pensábamos que cuando terminara, se acababa. Era difícil que la historia siguiera más allá”, dice la escritora.

Pero el caso es que se habían enamorado, así que por el puente de septiembre ella fue a visitarlo a Cantabria. “Le dije «la próxima vez vienes tú». No sabía si iba a venir, pero vino. Lo llevé por todas partes, en el Pirineo, en la Costa Brava, en la Sagrada Família… Conoció mis hilos y decidimos que nos veríamos cada quince días. Cogíamos un avionete muy lindo de Iberia, pero salía muy caro y empezamos a encontrarnos a medio camino, en Zaragoza. Nos encontrábamos en una hospedería de la plaza del Pilar, desde donde oíamos las campanadas de la basílica; era nuestro nido de amor”.

Después de un año muy intenso, llegaron a la conclusión de que aquello tampoco era sostenible a largo plazo, así que Carranza propuso a Marcel que viniera a vivir a Cataluña. Él accedió, aunque la idea era realizar la prueba durante un año para ver cómo iba.

¿Y cómo fue? “Aprendió catalán, nos compramos una casa y tuvimos un hijo. Ahora ya llevamos 32 años juntos”, celebra la escritora, que se siente “muy agradecida” para que Marcel atravesara media Península por ella y se convirtiera en padre de sus tres hijos. “Yo soy muy apasionada, nunca he tenido miedo al amor, me ha hecho muy feliz. En Zaragoza hemos vuelto alguna vez y paseamos nostálgicamente por el centro; se nos llenan los ojillos de lágrimas”, dice Carranza, quien asegura que todavía tiene sueños por cumplir con Marcel. Uno de esos sueños es escribir una novela juntos. "Compartir los sueños con alguien que amas es un acto de amor", asegura.

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