Bienestar

¿Te notas más cansado y te cuesta concentrarte? La culpa es de la primavera

La astenia primaveral provoca síntomas como el insomnio, la falta de concentración o la sensación de apatía sin ningún motivo aparente

BarcelonaCuando vamos intuyendo el cambio de tiempo, a finales de invierno, a una buena parte de la sociedad nos empiezan a brillar los ojos solo de pensar en el cambio horario, en el buen tiempo, en los días que se alargarán, al empezar a dejar atrás abrigos, bufandas y guantes y al volver a vivir más en el exterior que en lugares cerrados y con luz artificial. Volverán los colores y nuestro alrededor se llenará de vida. Con este panorama por delante, se puede creer que todo el mundo tiene que entrar en una época llena de energía, de buen humor y de alegría. Pero no es así.

Hay personas que se adentran en un estado nada agradable llamado astenia primaveral durante el cual “su mundo va más lento, todo pesa mucho y la sensación es la de no poder con uno mismo, se hace muy difícil salir adelante”, explica Lourdes Carrascon, psicóloga colegiada y miembro de Psicosport, un centro donde trabajan para combatir este y otros trastornos. Venimos del encierro del invierno, durante el cual el cuerpo ha sido adaptado a unas horas concretas de luz que, poco a poco, se van alargando. Por otro lado, hay un cambio de la temperatura, algunos años de manera más rápida que otros, y no todas las personas tienen ni la misma capacidad ni el mismo tiempo de respuesta. Hay quien recibe estos cambios como un impacto estresante en su cuerpo: “En el ámbito neurológico, cobra importancia el hipotálamo anterior, encargado de recibir la información visual y de graduar la luz –día/noche–; por lo tanto, de regular el sueño/vigilia y preparar el reposo o no de la persona”, explica Carrascon. Por lo tanto, puede afectar de manera contundente a aquellas personas a las que les cuesta adaptar el cuerpo a los cambios de ritmo biológicos. “Las personas que trabajan por turnos o los viajes con cambio horario serían un ejemplo parecido”, concluye la experta.

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El estrés del día a día

El estrés del ritmo diario al que estamos sometidos no ayuda en este proceso: “La astenia primaveral va acompañada del estrés”, afirma Carrascon, que también describe la dificultad de estas personas para soportar el cansancio que aparece al inicio del día y que no se marcha ni después del reposo, que tampoco acostumbra a ser muy satisfactorio y entonces puede aparecer un trastorno del sueño. A todo este embrollo se suma que “la persona no es capaz de concentrarse, se olvida de las cosas y sufre dolor de cabeza”, añade la experta.

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Científicamente, se está viendo que los factores más determinantes que conducen hasta este estado son la combinación del estrés y una disfunción del sistema inmunitario; por lo tanto, “cuanto más estresada esté una persona, más probabilidades tiene de sufrir un descenso de las defensas, y se añade que se vuelve más vulnerable a las enfermedades”, continúa la psicóloga. Es evidente que todos estos factores tienen un impacto negativo en la vida diaria de las personas, a las que les cuesta encontrar un apoyo social porque se trata de una afectación sin causa específica y “se sienten incomprendidas y esto las hace sentir molestas”, dice.

Hay personas a las que se les suman trastornos de alergias, una afectación también común de este periodo del año. Hemos hablado con algunas personas afectadas, de quienes mantenemos el anonimato por cuestiones de ética profesional médica, y todas llegan a la misma conclusión: “Lo más molesto es el cansancio, pero se acaban acostumbrando y, una vez descartadas patologías como la depresión en sí, saben que el mejor remedio es adaptarse”.

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Afortunadamente, se trata de un estado transitorio que “se puede combatir reencontrando las rutinas, poniendo orden, buscando tiempo para uno mismo, practicando actividad física, haciendo ejercicios de respiración y de control de la actividad cerebral y mejorando el sistema inmunitario”, añade Carrascon.

¿Cómo se puede prevenir?

Una cosa muy recomendable es aprovechar el momento de más luz y colores que nos ofrece la naturaleza en esta época y estar más en contacto con ella. Aprovechar la luz del día que se alarga y la agradable sensación de la temperatura más cálida, intentar hacer ejercicio físico en el exterior tanto como sea posible y encontrar momentos para respirar profundamente.

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Otro de los factores que ayuda en este proceso es cuidar la alimentación. Cuidar el sistema inmunitario implica cuidar los diferentes órganos, que se ven muy influenciados por la alimentación y los hábitos diarios. “Venimos del cierre del invierno y de comer alimentos más cargados; por lo tanto, necesitamos una alimentación que cuide el hígado, porque es el responsable de metabolizar y eliminar las toxinas”, explica Judit Camps, nutricionista colegiada. Científicamente, está comprobado que el estado de nuestros órganos y de los diferentes sistemas del cuerpo –en concreto, el sistema digestivo– impactan directamente tanto en el sistema inmunitario como en el estado de ánimo de las personas y, por lo tanto, en su nivel de energía y la capacidad para llevar a cabo todas las tareas diarias. Así, en un momento en el que la demanda de todos estos factores para poder tener una vida saludable es muy elevada, cuidar la alimentación será uno de los puntos clave. Camps aconseja “tomar cereales integrales, verduras y frutas, probióticos, aloe vera, agua con limón, semillas molidas, y mantenerse bien hidratado (de 8 a 10 vasos diarios), además de hacer ejercicio físico”. ¿Y por qué es tan importante cuidar el hígado? “Es el órgano encargado de hacer subir la energía y hacer que la sangre fluya y circule. Un hígado cargado con un exceso de proteína animal, de grasas saturadas, de azúcares, de tensiones laborales, familiares y emocionales, provoca inflamación generalizada y acaba afectando directamente al estado de ánimo”, responde Camps.

Pequeños gestos diarios

La parte positiva de todas estas alteraciones es que podemos mitigarlas con pequeños gestos que hay que introducir en nuestro día a día de manera rutinaria. En primer lugar, Camps aconseja “reducir al máximo posible algunos ingredientes como el café, el tabaco, el alcohol, y los alimentos que contengan azúcares refinados, como la bollería”. Todos estos productos y alimentos los tendríamos que sustituir por “las proteínas de origen vegetal como las legumbres o el tofu, potenciar los tés y las infusiones digestivas, las verduras crudas de muchos colores, la remolacha, las frutas, el apio, el jengibre, la alcachofa, etc.”, añade la nutricionista.

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Dentro del cambio de hábitos, hay un concepto que últimamente se ha puesto de moda, el ayuno intermitente, que hay que hacer de manera racional y siempre siguiendo los consejos de un dietista-nutricionista. Esta práctica nos propone dejar pasar algunas horas entre la cena y el almuerzo. Camps dice que “tenemos que intentar que haya un descanso digestivo, que pasen unas 12 horas entre la cena y el almuerzo y, durante el día, dejar un mínimo de 4 horas entre las comidas”.

Otra buena estrategia será incluir aquellos alimentos que favorecen el buen funcionamiento del sistema nervioso, como explica Camps: “Los alimentos frescos como las frutas y las verduras nos aportan vitaminas, minerales y fibra; los cereales integrales nos aportan vitaminas del grupo B importantísimas para el sistema nervioso; las grasas de calidad como las provenientes del aceite de oliva virgen extra, aguacates, pescado azul, semillas y frutos secos nos aportan ácidos grasos esenciales; las frutas nos aportan antioxidantes y vitamina C, que son vitales para un equilibrio psíquico; las proteínas de calidad como carnes blancas o pescado blanco nos aportarán triptófano, que tiene acción sobre el estado de ánimo; el cacao, un buen chocolate de más del 70% sin azúcares ni lácteos, puede llegar a ser un buen antidepresivo y ansiolítico”.

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La astenia primaveral es un estado que sufre una parte de la sociedad y que les impide seguir el ritmo diario con normalidad. Hay que detectarla y consultar con profesionales, porque, con ganas de superarla, con un cambio de hábitos y ganas de adaptarse a la nueva situación, se podrá convertir en un proceso transitorio.