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Genética

Ratones que parecen peluches: ¿un primer paso para desextinguir a los mamuts?

La empresa Colossal modifica ratones para introducirles variantes genéticas que les confieren algo largo, dorado y esponjoso, muy parecido al de los paquidermos prehistóricos

Ratón latino generado por la compañía Colossal
06/04/2025
4 min
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Una de las noticias del mes es la publicación en los medios de comunicación de una noticia sobre unos ratones que parecen de peluche, con un pelo dorado y esponjoso, con un título atrayente sobre la resucitación de genes de mamut. Estos ratones han sido creados por una empresa biotecnológica de capital privado, Colosal, que tiene como objetivo desextinguir especies, y ha puesto el punto de mira en el mamut. Además del atractivo evidente para posibles inversores, ¿por qué el mamut y no cualquier otra especie? Según la empresa, pretenden contribuir a repoblar con mamuts la tundra ártica, y solucionar el problema de la liberación de CO₂ por parte del permagel, lo que contribuiría a luchar contra el cambio climático.

Sería un gran hito, pero habría que enfriarlo mediante estudios ecológicos predictivos, ya que los mamuts se extinguieron a causa de los cambios ambientales y la disminución drástica del número de animales, lo que redujo hasta límites insostenibles la variabilidad genética de la especie, con incremento de enfermedades deleterias por la consanguinidad. Los últimos ejemplares vivieron hace 4.000 años en la isla ártica de Wrangel. Reintroducir rebaños de mamuts (suponiendo que se pueda hacer) en ecosistemas que llevan miles de años sin tener efectos catastróficos en las especies que actualmente habitan.

¿Se puede desextinguir una especie?

Sin embargo, existen otras razones por las que esta compañía persigue un objetivo que parece imposible. El mamut, Mammuthus primigenius, es genéticamente cercano al elefante asiático (Elephas maximus), un proboscidio que pertenece a un género diferente de las especies de elefante africano (género Loxodonta). El objetivo de la empresa es obtener un elefante asiático que se parezca mucho a un mamut. Por tanto, no pretenderían resucitar el mamut, sino mamutizar el elefante para obtener un animal con variantes genéticas que mimeticen las características de un mamut, entre ellas el pelo largo y rizado, la acumulación de grasa y los colmillos curvados hacia afuera.

La meta final es extremadamente complicada y difícil. De momento han podido encontrar restos biológicos muy bien conservados de mamut, secuenciando su genoma y también elefantes asiáticos para compararlos, identificando variantes genéticas específicas del animal prehistórico que le permitirían sobrevivir y alimentarse en hábitats extremadamente fríos. En cambio, en cuanto al cultivo de células de elefante y la reintroducción de las variantes de mamut identificadas, procesos metodológicamente muy complejos, han preferido acortar e ir al trabajo con otro animal, el ratón.

Poco factible utilizar elefantes

Hay que decir que nuestro conocimiento sobre el genoma, los genes y el desarrollo de los ratones son mucho más cuidadosos que los del elefante: conocemos muy bien fisiológicamente el ratón, sabemos cómo generar embriones y dominamos las técnicas de modificación genética. Además, reproductivamente el ratón tiene un embarazo de 21 días, con camadas múltiples, y es fácil de cuidar y reproducir. En cambio, el elefante tiene un embarazo de 2 años y un único feto, y es una especie muy delicada de cuidar y reproducir en cautividad. En las técnicas de modificación genética se necesitan muchos embriones para ser introducidos en vientres de alquiler para su implantación y es evidente que no es factible utilizar elefantes asiáticas para ir produciendo cientos de embriones para encontrar aquél en el que confluyan todas las modificaciones. Al menos con las técnicas actuales.

Además, hay unas 500.000 diferencias entre el genoma del mamut y el del elefante, aunque los investigadores calculan que sólo con un centenar tendrían suficiente para introducir algunas de sus características. Así que los investigadores han cogido un atajo y han querido comprobar que pueden introducir algunas variantes genéticas en el ratón –que tiene un pelo real de color grisáceo– para producir roedores con algo esponjoso y dorado, tal y como el que protegería a los mamuts del frío.

Ratones con piel de mamut

Para ello, y así lo han comunicado en un artículo aún no revisado por otros científicos, han escogido 10 genes del genoma de ratón para modificarlos. Para la gran mayoría de los genes seleccionados ya se sabía previamente que su mutación o modificación causaba el efecto deseado y concreto en el pelo del ratón. De hecho, sólo para tres de los genes modificados se "inspiraron" en las diferencias genéticas existentes entre mamuts y elefantes asiáticos.

Ratones lanudos creados mediante manipulación genética por Colossal.

Los investigadores utilizaron hasta cuatro estrategias diferentes de modificación y edición genética en embriones y células madre embrionarias de ratón, haciendo modificaciones simultáneas (un avance técnico que se puede utilizar en otros contextos) y consiguieron ratones con hasta siete modificaciones genéticas, entre ellas las mutaciones del gen Mc1r, que proporciona algo de color dorado rojizo; mutaciones en los ocho otros genes que generan algo mucho más largo, grueso, rizado y de crecimiento en ángulo; así como una variante en el gen Fabp2, que ayudaría a acumular mayor grasa subcutánea, útil para la protección contra el frío.

Los ratones modificados parecen talmente de peluche¡pero los investigadores no han resucitado ni mucho menos ningún gen de mamut! Lo que han hecho, con éxito, es demostrar que unos genes determinados controlan estas características del pelo de mamífero, y es muy probable que si se introducen nunca en embriones de elefante, suponiendo que el feto llegue a cabo, al menos algunos permitan tener un elefante peludo. Pero de ahí a tener un mamut queda mucho camino. Hay que ser cuidadoso, en ciencia.

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