España, con Catalunya como actor relevante, es el segundo estado que más coches fabrica en Europa y el octavo del mundo. Pero si no se pone las pilas con el coche eléctrico, esto puede diluirse rápidamente. Es todo un sector motor de la economía, con larga trayectoria, el que está en riesgo. O se sigue la evolución tecnológica, que en este caso es también una imprescindible evolución ambiental, o podemos quedar atrás respecto a los países competidores. Y lo cierto es que no se está progresando a la velocidad adecuada.
Ahora mismo el mercado de coches electrificados sólo representa el 10% del total, una cifra bajísima. No se están cumpliendo las promesas para activar la industria y el consumo. La dimisión, este jueves, del presidente de la patronal de los fabricantes de automóviles y camiones, Anfac, ha destapado la caja de los truenos. Wayne Griffiths, que además es presidente de Seat y Cupra, se había puesto al frente de la patronal con el objetivo específico de impulsar el coche eléctrico. En una primera fase, apoyada por el gobierno del Estado y por los gobiernos autonómicos, se pudo arrancar el proyecto colectivo a buen ritmo. La idea explicitada y compartida por todo el sector y el mundo político era hacer de España un hub de movilidad eléctrica en Europa. Pero hemos pinchado. Los avances y concreciones brillan por su ausencia. Griffiths está decepcionado por lo que considera promesas incumplidas. La hoja de ruta 2023-2025 ideada por Anfac no se está cumpliendo. El primer ejecutivo de la firma de Martorell señala directamente la carencia de compromiso del gobierno español para electrificar la movilidad. Es una acusación muy concreta: "Se comprometió [Pedro Sánchez] a revisar el Plan MOVES ya impulsar la infraestructura de recarga", y "estas medidas no han llegado".
La conclusión es preocupante. Tocaba acelerar, no frenar. ¿Cómo puede que se esté tardando tanto en mejorar la infraestructura pública de recarga? ¿Por qué no se está facilitando la compra de coches electrificados con un plan de incentivos fiscales que permita cobrar ayuda en el momento de la compra? Lo cierto es que el mercado del coche eléctrico está estancado porque el usuario está esperando a que los precios bajen y que las instalaciones de carga se generalicen. Mientras esto no ocurra, a la industria catalana y española le costará avanzar en la producción de coches eléctricos. Y ya se sabe que en un sector globalizado y tan competitivo, si no avanzas, retrocedes. Están en juego miles de puestos de trabajo directos y los de muchas empresas auxiliares.
El incremento de las tasas a la importación del coche eléctrico chino aprobadas esta semana en Bruselas es una medida favorable a la industria europea, pero no es suficiente. Es necesario actuar en el propio mercado peninsular con eficacia y decisión, con mensajes claros al consumidor. Paradójicamente, se ha avanzado en la concienciación ciudadana a favor del coche eléctrico, pero ni los precios ni las condiciones de carga están acompañando. No se le puede pedir a la gente que su nuevo vehículo eléctrico le resulte menos útil que el actual. El grito de alerta de Griffiths debe ser atendido.
