La paradoja de Twitter: estar o no estar allí
Varios lectores se han dirigido a este Defensor para cambiar impresiones sobre las salidas de Twitter de dos diarios importantes y el debate que ha suscitado, y uno, el suscriptor Premio Josep Terrés, me dice concretamente que, en su opinión, el ARA debe irse de la red X. He pedido a Carlota Moragas que nos sitúe el debate desde su autoridad académica, que arranca con una tesis doctoral pionera (2016) sobre el tema y se prolonga en su docencia e investigación en el departamento de estudios de comunicación de la URV. Dice Moragas:
“La semana pasada The Guardian anunciaba que dejaría de publicar contenidos desde su perfil en X, que ahora aparece archivado. En nuestra casa le seguía La Vanguardia, que aludía motivos similares a los del diario británico para tomar esa decisión. Entre ellos, el evidente conflicto de intereses que plantea la politización de una red social que desde su creación, en 2006, había sido contemplada por los ciberoptimistas como un baluarte de la deliberación ciudadana. Si bien es cierto que X hace ya tiempo que no está exento de la circulación de mensajes que desinformen o diseminan discursos de odio, esta dinámica se ha visto incrementada desde que Elon Musk adquirió la plataforma. La desaparición de equipos de moderadores o la proliferación de bots, entre otros, han hecho que X deje de ser ese espacio de diálogo que ayudaba a las personas usuarias a reafirmar públicamente sus pensamientos ya intercambiar opiniones y se convierta en el paradigma de la polarización en lo que se refiere a cuestiones políticas.
El nuevo escenario, pues –valora la doctora Moragas– está lejos de ser una representación de lo que imaginamos cuando hablamos de la esfera pública digital. Sin embargo, la fuga de perfiles, sobre todo de los medios de comunicación, también nos plantea una serie de preguntas: ¿Quién quedará en X? ¿Quién liderará la conversación? ¿Habrá alguien que contribuya a ordenar el desorden informativo? Quizás buscar estrategias que permitan hacer frente al declive de esta red social es también una manera de velar por una sociedad menos fragmentada, más democrática”.
El ARA ha sido evidentemente sensible a una cuestión de tanta envergadura, la debatió en el consejo editorial de este mes y tomó la decisión de quedarse en X, antes Twitter. Una doble nomenclatura que con un punto de sorna nos recuerda lo tan español de “una hora menos en Canarias”, que en este caso estaría a la inversa, porque el Twitter fundacional de Jack Dorsey era mejor que el de Elon Musk, como pone de manifiesto la doctora Moragas. Jack Dorsey era un universitario en Nueva York cuando se inventó el Twitter, y los hermanos Dan y Frank Carney lo estaban en Wichita cuando fundaron Pizza Hut –esa cosa de los estudiantes pícaros estadounidenses–, pero los tuits del primero y las pizzas de los segundos eran mejores antes de que venderse los artilugios les hiciese ricos.
La directora del ARA, Esther Vera, atiende al Defensor del Lector y comenta con un inicio metafórico la decisión de no dejar Twitter:
“Los expertos en catástrofes dicen que cuando hay una inundación lo primero que falla es el agua potable, y nosotros estamos en una situación de inundación, no de información sino de ruido informativo, de mentiras, de falsas informaciones, de falsedades que se hacen pasar por información contrastada o verificada, y nuestro trabajo es verificar toda esta información y hacerla potable. Nosotros utilizamos todos los canales para distribuir nuestra información, que observa todas las condiciones del oficio de periodista, que nos obligan a determinar que una información está bien hecha, está validada, se pone en contexto, está jerarquizada... Por tanto, nosotros distribuimos nuestra información por todos los canales, y éste es uno de ellos. Sería absurdo dejar Twitter y continuar en Facebook o en Tiktok”.
En consecuencia, la directora considera que esta buena información debe difundirse por todos los canales posibles, lo que, además del valor periodístico en sí mismo, ayuda a posicionar la marca ARA, aunque el diario –apunta – tal vez podría permitirse prescindir de Twitter sin demasiados daños colaterales, porque los lectores interesados llegan más de forma directa. Concluye Esther Vera que el ARA está en Twitter gratis y que nunca ha tenido ningún problema de censura, ni siquiera cuando dedicó un dossier de seis páginas a explicar quién es Musk y se colgó en su espacio, y anuncia que el diario se ha dado de alta en Bluesky, que recuerda el Twitter inicial, es un refugio de muchos de los que se marchan y puede convertirse en una red de futuro.
Una de las reglas de oro del periodismo es contrastar las informaciones para dar una visión lo más completa posible de la realidad, la tendencia a la objetividad, aunque sea la trayectoria de la paradoja de la flecha de Zenón de Élea que nunca llega a la diana. El Defensor del Lector debe contrastar pues doblemente: por periodista y por la función protectora de su soy disando juramento hipocrático. Contrasto, en consecuencia, la paradoja de Twitter en varios tramos de argumentario.
En primer lugar, darse de baja de publicar en Twitter no implica a los medios que lo han hecho dejar de seguir fuentes importantísimas que dan noticias y que permanecen en la red, a pesar de ser muchas incuestionablemente éticas e incuestionablemente en las antípodas de la desinformación , la intoxicación y los algoritmos diabólicos; Obama tiene 36 millones más de seguidores que Trump.
Esto nos lleva a un segundo elemento de contraste, que es todo lo positivo que también multiplica por miles o millones la difusión a través de Twitter, por eso un gran número de periodistas estamos ahí y podemos difundir nuestros artículos. Por eso no han dejado de ser marcas comunicacionales tan importantes e inequívocamente democráticas y profesionales como el New York Times (55,2 millones de seguidores), Le Monde (11 millones), El País (8,8 millones), las grandes agencias Reuters, France Press y Al Jazeera, los canales televisivos de noticias diría que por antonomasia, la CNN y la BBC, etcétera.
El ARA encabeza el ranking de prensa (en papel y digital) en catalán con 567.927 seguidores, y entre los periodistas y colaboradores los hay muy bien posicionados, con cifras astronómicas de followers, y que, además de sus contenidos personales y de diversos ámbitos, también multiplican la radiación de los mensajes del diario y, no lo pasamos por alto, de la lengua catalana. Los cinco periodistas que escriben en el ARA mejor posicionados son (cifras del día 21): Antoni Bassas, 373.352; David Fernández, 363.194; 352.454; Empar Moliner, 173.315; Xavier Bosch, 92.225.
Hay que anotar finalmente que el debate no nos viene de nuevo, aunque vivimos en un hábitat adamista y puede parecerlo. Hace muchos años, Manuel Vázquez Montalbán me dijo una frase que es una regla de oro: “Yo no soy patriota de mi medio”. Contaba así como él, militante contra la dictadura pasado por la cárcel y miembro del Comité Central del PSUC, había escrito en la prensa del Movimiento, ganó el Premio Planeta que patrocinaba a un franquista e incluso discrepaba de la cabecera que le acogió en los últimos años, El País, cuando trataba temas tan controvertidos como la guerrilla mexicana o el conflicto vasco. Una cosa es ser el medio y otra es no estar ahí. No, nosotros no somos Twitter, pero estamos ahí porque podemos difundir mucho más ampliamente nuestros mensajes.
El Defensor del Lector presta atención a las dudas, sugerencias, críticas y quejas sobre los contenidos del diario en sus ediciones digital y en papel, y cuida de que el tratamiento de las informaciones sea conforme a los códigos deontológicos.
Por contactar con el Defensor del Lector puede enviar un correo electrónico a eldefensor@ara.cat o grabar un mensaje de no más de un minuto al número de WhatsApp 653784787. En todos los casos, es necesaria identificación con nombre, apellidos y número de DNI.