Patrimonio de agua dulce

Un paraíso terrenal con agua por todos lados

Los Munts

Baños termales Els Munts.
08/09/2025
4 min

"El agua era un elemento fundamental en los Munts, para irrigar los jardines, para los animales, para los baños, para lavarse, y para vivir, claro", me dice Josep Anton Remolà, conservador del MNAT (Museo Nacional Arqueológico de Tarragona), que conoce Els Munts (Altafulla) como la palma de su mano: va. Esta villa romana se encuentra junto al mar, pero lo que necesitaba para "funcionar" no era agua del mar, sino agua dulce. ¡Y mucha!

"La villa romana de Els Munts es fruto del momento de máximo esplendor de Tarraco: inicios del siglo II después de Cristo", me explica Josep Anton. "El Munts se levantó sobre los restos de una anterior villa romana del siglo I después de Cristo, más sencilla, de la que se han conservado pocos elementos. Parece que se dedicaba sobre todo a la explotación agrícola".

Hemos empezado la visita en lo alto de la colina donde está situado Els Munts –Patrimonio Mundial, ya que forma parte de los yacimientos arqueológicos de Tarraco, que también lo son–. Aquí arriba hay varios depósitos de agua –vacíos–. "El agua debió de llegar a través de un acueducto, porque se necesitaba mucha; con la de la lluvia no tenían ni para empezar", me dice Josep Anton. Cerca de estos depósitos hay una especie de arco de piedra –que se llama popularmente "la tartana"–; es lo que resto de la cubierta de bóveda de cañón de una fuente monumental.

El arco de piedra –que se llama popularmente "la tartana"–; es lo que resto de la cubierta de bóveda de cañón de una fuente monumental.

Paseando por el recinto, trato de imaginarme la vista privilegiadísima –sin edificio alguno– que tenía Caius Valerius Avitus, comisionado del emperador Antoní Pius y duumvir de Tarraco –uno de los dos magistrados locales–, y su esposa Faustina, que eran sus inquilinos. Tenían a menudo invitados, las élites de Tarraco, que disfrutaban de la tranquilidad del lugar, situado a 12 kilómetros de la bulliciosa capital de la Hispania Citerior.

Me imagino unos jardines bien ordenados en terrazas que llegaban casi hasta el mar, coloreados –con flores y plantas–, con pérgolas, celos, estatuas, y con la banda sonora de los manantiales, del tuit de pájaros exóticos (faisanos, pavos reales, loros...) cautivos en jaulas o en semi playa.

Eran necesarios una muchedumbre de esclavos para hacer todos los servicios, sobre todo cuando venía gente de fuera. "El disfrute de unos pocos requería el esfuerzo forzado de muchas personas esclavizadas", dice Remolà. Como la energía era sólo animal y humana, los esclavos tenían un montón de tareas a realizar: las comidas, lavar las toallas, entretener a la gente, cuidar los jardines, los animales, reparar las canalizaciones de agua... "¿Eran sólo hombres, los esclavos?", le pregunto. "Tanto hombres como mujeres; no hacían distinción alguna", me responde cuando estamos delante del comedor (triclinium) de la domus, donde había nada menos que siete manantiales y un mitreo (espacio de culto a Mitra, equiparable, en cuanto a dimensiones, al de las termas de Caracalla de Roma). La casa principal y los baños están conectados por un pasillo –en parte cubierto y en parte porticado– decorado con un espléndido mosaico.

Tanto el hecho de que haya un mitreo (el mayor que se conoce) como el hallazgo (en la domus!) de una estatua de Antinous, el esclavo y amante del emperador Adriano divinizado después de su trágica y confusa muerte en el río Nilo, apoyarían la hipótesis de que la villa romana de los Montes del siglo II se habría erigido para acoger al emperador y parte del emperador y parte una asamblea de los notables de toda Hispania, en un invierno en el que Tarraco fue de facto la sede del Imperio romano.

El objetivo principal de mi visita de hoy son los baños de Els Munts, que se han conservadon parte. Muchos lo llaman, equivocadamente, términos, pero las termas son baños públicos, y los baños son privados.

Los baños estaban formados por varias estancias, unas de agua fría, otras tibia y otras caliente. Para calentar, además del sol, tenían un hipocausto bajo el pavimento, por donde circulaba aire caliente producido en hornos (que los esclavos alimentaban con leña). Los hornos también calentaban el agua de las bañeras y piscinas. La piscina más grande, de agua fría y exterior, llamada natatio, permitía incluso nadar.

La piedra y el mortero desnudo de las ruinas dificultan hacerse una idea del lujo y refinamiento de estos grandes baños. "Había mosaicos en los suelos, revestimientos de pared con placas de mármoles procedentes de todo el Mediterráneo, pinturas murales en las cúpulas y bóvedas y una gran cantidad de estatuas decorativas; el MNAT conserva una pequeña parte de estas estatuas", explica Remolà. "En estos baños podías saber en qué tipo de estancia eras sólo mirando el color del mármol de las paredes: amarillento en las calientes y verdoso en las frías", añade Josep Anton.

En Els Munts se sigue excavando –ahora con más empuje, ahora con menos, en función de los presupuestos–, y investigando. Muchas de las piezas, mosaicos, esculturas y pinturas halladas en el yacimiento se conservan actualmente en el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona, que gestiona este magnífico equipamiento.

Parque arqueológico... y natural

"En Els Munts, a primera hora del día, ves zorros de cola muy larga... que se quieren comer los conejos que corren de un lado para otro. Además de ser parque arqueológico, Els Munts es un parque natural", dice Josep Anton Remolà, que excavó en el Mitreu. También hay grandes y silenciosas lechuzas reales. Muchos habitantes –y veraneantes– de la zona quizás desconocen toda esta fauna. "Los monumentales restos arqueológicos de Els Munts han permitido preservar un entorno natural donde conviven estos animales", remarca Remolà.

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