"Sin pasión la ciencia sería aburrida y no llegaríamos a las fronteras del conocimiento"

La historia de amor de la matemática Eva Miranda

La matemática Eva Miranda y Jordi se conocieron a través de un grupo de amigos y lo que sintieron entonces, recuerda, fue "fulminante". "Fue amor a primera vista, no lo decidimos, no lo pensamos, apareció y ya está", declara.

Durante muchos años, su historia de amor transcurrió ligada a los trenes y aviones. El trabajo les mantenía lejos el uno del otro pero no les impedía verse tan a menudo como podían. "Como curiosidad, Jordi cogió el último avión de Spanair antes de que cerrara la compañía para venir a verme a Barcelona. Yo al día siguiente tenía que volar a Copenhague y ya no pude", rememora Miranda. Doce años después de conocerse, se fueron a vivir juntos.

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Como matemática que se ha movido siempre en un mundo mayoritariamente masculino, Miranda está acostumbrada a que algunos colegas le echen la caña. "Yo los científicos ni me los miro. Jordi no es científico; es de otro mundo. ¿Sería compatible el amor entre dos científicos? Ni lo confirmo ni lo desmiento", señala divertida. Aunque Jordi no es científico, sí le gusta mucho mirar el cielo, y ésta es una pasión que comparten.

La ciencia, dice Miranda, al igual que el amor, tiene mucho que ver con la pasión. "Los científicos trabajamos con cosas cuantificables pero también con ideas filosóficas. A los científicos se nos percibe como gente muy alejada de la realidad de los sentimientos y la vida, pero la ciencia tiene una parte muy personal y humanista. La pasión es lo que nos une a los científicos. Sin pasión la ciencia sería aburrida y repetitiva y no llegaríamos a las fronteras del conocimiento", argumenta la matemática.

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Una de las ideas que Miranda está investigando, de hecho, tiene mucho que ver con el amor. "Últimamente he trabajado mucho con la idea de la indecibilidad y en la teoría del caos. "La teoría del caos nos habla de la incapacidad de comprender de manera científica dónde estaremos dentro de un tiempo, y no lo podemos saber por la imposibilidad de realizar medidas precisas. El caos está en nuestras vidas, al igual que la indecibilidad, que hace referencia a no saber si algo puede decidirse o no. En cierto modo el amor es indecidible, no sabemos hasta dónde nos llevará", dice la matemática. Y concluye "Con la ciencia pasa lo mismo, no sabemos dónde nos llevará, pero el punto que tenemos en común los científicos y los que aman es la pasión, ese sentimiento irracional que nos da impulso por hacer las cosas y que nos hace pasar noches y noches trabajando en una idea. La pasión, al igual que en el amor, es lo que nos mueve".