El dossier doble que hemos publicado este fin de semana, basado en datos recogidos por la Agencia Europea del Medio Ambiente del período 2007-2022, y que hemos centrado en la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) producidos por la industria en Cataluña y España muestra claramente la necesidad de seguir mejorando tanto en los controles y la transparencia de los equipamientos como en los procesos de avance hacia una economía más verde y más limpia. Se han dado pasos importantes en este sentido, por ejemplo con el desmantelamiento de las centrales térmicas de carbón: sólo quedan cuatro activas, una de ellas situada en Alcúdia, en Mallorca, pero tienen planes de cierre ya marcados. Está claro que todavía hay un importante camino por recorrer. Un camino que no tiene muchos secretos: con el carbón ya descartado, ahora, en el terreno industrial y en lo que se refiere a las emisiones de GEI, las instalaciones que encabezan el ranking son, en el ámbito de todo el Estado, las térmicas de gas natural y las refinerías de gas y petróleo. Así pues, es perentorio ir hacia la producción de energías renovables como la eólica o la solar, un terreno en el que el conjunto del Estado ha avanzado mucho, pero no Cataluña. Es necesario pulsar el acelerador en este campo si no queremos ser un país energéticamente dependiente.
En todo caso, si nos fijamos en Cataluña, en lo más alto de la lista de instalaciones que más emisiones de GEI emiten a la atmósfera tenemos una refinería de petróleo, una química y una cementera. Y también tenemos un punto negro geográfico, la Pobla de Mafumet, donde, sin embargo, sus habitantes se muestran razonablemente satisfechos de su estilo de vida: reciben muchos beneficios económicos y, en cambio, el tipo de contaminación al que están sometidos afecta al calentamiento global, pero no es perjudicial para su salud. De hecho, las emisiones contaminantes que se controlan desde Europa son de dos grandes tipos: las de gases de efecto invernadero como el CO₂, el metano o el óxido nitroso (N₂O), principales causantes de la crisis climática, y las de sustancias tóxicas para los humanos y el medio, como el amoníaco, el óxido de azufre (SOx), los óxidos de nitrógeno (NOx) y las partículas finas en suspensión (PM10). Sin menospreciar, ni mucho menos, la gravedad de las demás afectaciones, en el informe nos hemos centrado en las que inciden en la crisis climática.
Hay que precisar, sin embargo, que la contaminación industrial europea representa un 20% de toda la contaminación atmosférica en general y un 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Hay otros muchos agentes que son altamente nocivos para el calentamiento planetario, empezando por todo lo que tiene que ver con la movilidad de combustión fósil. También en este caso la alternativa resulta evidente: el coche eléctrico debe ser una prioridad y, a su vez, su inaplazable implantación debe ir acompañada de producción de energía limpia. Necesitamos industrias verdes, movilidad verde y energía verde.