'EPIC FAILS'

T-Solar, el fracaso de las placas solares regadas con fondos públicos

Marc Amat Vilà
3 min
T-Solar, el fracaso de las placas Solares regadas con fondos públicos “T-Solar creció en un entorno favorable, pero esto en los negocios no lo es todo -dice Josep Maria Espinet, profesor del área de comercialización de la Universidad de Gerona-. A pesar de operar en un sector en expansión como el de las energías renovables y estar cerca de la materia prima, hay que saber gestionar bien los costes”, remacha.

El 29 de octubre de 2008, el pequeño municipio gallego de San Cibrao das Viñas estaba de celebración. La empresa T-Solar acababa de inaugurar una planta de producción de placas solares que en poco tiempo se convertiría en la segunda fábrica más importante del sector en todo el Estado. Todo el mundo estaba eufórico. De hecho, ese día, por la flamante nave industrial situada en el Tecnopole -un parque tecnológico de más de 550.000 metros cuadrados- fueron desfilando un montón de autoridades, como Elena Espinosa, entonces ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino del gobierno español. Era la ocasión perfecta para sacar pecho: formada por capital 100% español, T-Solar había invertido más de 80 millones de euros en poner en marcha la nueva fábrica, había anunciado que daría trabajo a 190 profesionales y aseguró que, en tan sólo un año, el grupo facturaría más de 100 millones de euros. Todo ello gracias al impulso definitivo proveniente de la fabricación de unos módulos solares pioneros en Europa, mayores que los que fabricaba toda la competencia y con unos costes de instalación y cableado mucho más bajos. Pero la historia no tardó en torcerse.

Antes de contar el fracaso de la aventura analizamos qué era entonces T-Solar. En 2008, el grupo era un coloso de la energía renovable en España. Sólo en el Estado, el grupo operaba y gestionaba 28 centrales fotovoltaicas con una inversión de 920 millones de euros, distribuidas en 26 municipios de 8 comunidades autónomas. Sus centrales ocupaban 550 hectáreas de terreno, equivalente a unos 770 campos de fútbol. Era la reina. Detrás del grupo había 120 sociedades del sector, capitaneadas entonces por Isolux Corsán, una empresa en pleno auge que había cerrado los últimos ejercicios superando los 2.000 millones de euros de facturación y que tenía más de 6.000 empleados. “No era ninguna empresa que hubiera nacido para dar solución a una necesidad del mercado –opina Josep Maria Espinet, profesor del área de comercialización de la Universidad de Girona-. Era una macrooperación financiera construida en un campo en expansión como el de las energías renovables, que la administración quería potenciar y que les permitió vivir de subvenciones y dinero público”, remacha.

“Casualmente el negocio funcionó bien hasta que se cerró el grifo de la financiación pública”, remataba El País en un extenso reportaje de investigación publicado en 2013 que desvelaba que en los 5 años anteriores la empresa había recibido al menos 65 millones de euros provenientes de las arcas públicas. Paradójicamente, en aquellos últimos años habían sido complicados para T-Solar. En 2010, la compañía había querido captar 300 millones de euros con su salida a bolsa, pero la posición ambigua del gobierno español sobre los rumores de una posible modificación retroactiva del mercado retributivo de las energías renovables frustró la operación, según van informar a los medios. En 2013 la empresa acumulaba más de 80 préstamos y una deuda de 61 millones de euros. "La compañía lo atribuyó a la competencia asiática ya la incertidumbre reguladora del mercado", recuerda Josep Maria Espinet. En marzo de ese año, T-Solar anunció que pronto no tendría dinero para abonar los salarios y llevó a cabo un ERE de extinción a todos los trabajadores de la fábrica. Hoy en día T-Solar ha resurgido de la mano del fondo I Squared Capital, que logró cerrar una ronda de financiación de 568 millones de euros.

La lección

“T-Solar creció en un entorno favorable, pero esto en los negocios no lo es todo –dice Josep Maria Espinet, profesor del área de comercialización de la Universidad de Girona-. A pesar de operar en un sector en expansión como el de las energías renovables y estar cerca de la materia prima, hay que saber gestionar bien los costes”, remacha.

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