¿Qué tipo de persona eres? ¿Estás enganchado a los vídeos de extracción de tapones de cera o los odias?
Aunque parezca sorprendente, en el mundo existen dos tipos de personas: las que han desarrollado una adicción inaudita a los vídeos de extracción de tapones de cera de las orejas y las que no. Si desconocía esta dualidad en la humanidad es fácil que, en adelante, decida incorporarse a uno de los dos equipos. También es posible que forme parte del club del cerumen pero que lleve su vicio en silencio. No te gusta confesarlo. Los que no han mirado nunca este tipo de vídeos que corren por las redes sociales debe saber que, a partir del momento que mira uno, será víctima de un bombardeo constante de estas asquerosas imágenes porque los algoritmos interpretarán que sois unos incondicionales del vaciado del relleno pastoso de los conductos auditivos.
Estos vídeos virales consisten en poner el objetivo de la cámara muy cerca de la oreja de un individuo, enfocando el orificio auditivo. El ser humano no tiene importancia, ni siquiera le verá la cara. Porque el auténtico protagonista es el tapón de cera que tiene en la oreja. Si está comiendo mientras lea este artículo es recomendable que detenga alguna de las dos actividades, porque los detalles son bastante escabrosos. Los vídeos de extracción de cera de las orejas pueden mostrar dos técnicas diferentes: la expulsión del tapón mediante un chorro de agua en el canal auditivo o los que se realizan mediante una pequeña espátula. También existen dos tipos de tapones, los que son una masa blanda marronosa que se debe ir empujando y amasando poco a poco, y los que ya están secos y rígidos. El éxito de esta segunda tipología consiste en extraerlos de la oreja sin romperlos, con la forma del conducto auditivo que les ha acogido durante meses y que ha servido de molde.
Las personas que sienten aversión por estos vídeos, a estas alturas ya estarán notando las primeras náuseas. Ver en plano detalle la argamasa de un color naranja sucio pegándose entre las vellosidades de la oreja de un desconocido no es agradable. Pero seguro que los yonquis del cerumen ya salivaban. Estos vídeos son virales debido al llamado oddly satisfying, vídeos extrañamente satisfactorios. Son imágenes que, inexplicablemente, producen una sensación de alivio o relajación en el voyeur. Están relacionados con una respuesta psicológicamente conocida como satisfacción visual. Algunos lo son por la sinuosidad de las formas o movimientos de texturas. Y otros como los de la cera, porque muestran un proceso de limpieza. Se produce una especie de empatía, tanto con el paciente que se libera de ese taparot aterciopelado como con el profesional que exhibe un elevado compromiso con la higiene auditiva. Tiene algo de pornográfico. A medida que esa albóndiga gomosa y aterciopelada va sacando el capito fuera de la oreja, el espectador adicto experimenta un placer mental: “Ay, sí, sí, sí... Más a la derecha. Ahora por debajo. Perfecto. Un poquito más... Así, así. ¡Sííííí!” Y en el clímax de esa intervención pseudoeyaculatoria, el espectador queda satisfecho de la buena culminación del proceso de limpieza, como si fuera un acto catártico y liberador. Pero después de aquél, debe venir otro, con el tapón más grande, más seco, más difícil de extraer. Es morboso. Es la atracción y la repulsión simultáneas. Pero es una sensación que muchos vinculan al fenómeno ASMR, la Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma, hasta el punto de que algunos de estos vídeos están acompañados de música relajante. Cada día se consumen miles de esos vídeos. Pero lo fascinante de todo es constatar que nunca en la historia el ser humano había perdido el tiempo hasta esos niveles tan grotescos.