"Todavía nos cuesta pensar que las mujeres son capaces de ejercer violencia"
Carmen Maria Machado denuncia en un libro de memorias los abusos que sufrió en una relación homosexual
Barcelona"Hay relatos que se hacen desaparecer, y los hay que ni siquiera llegan a ser enunciados. En cualquier caso, hay elementos que son irrevocablemente ausentes de nuestras historias colectivas", explica la escritora norteamericana Carmen Maria Machado, que en el libro En la casa de lossueños (Anagrama, 2021) aborda, en primera persona, un tema "hasta ahora muy poco explorado en literatura", el de la "violencia doméstica en una relación homosexual".
"Todavía nos cuesta pensar que las mujeres son capaces de ejercer violencia", comenta la autora, que debutó en 2017 con la compilación de narraciones Su cuerpo y otras fiestas, donde usaba elementos góticos y de terror para tejer relatos en los que la identidad sexual estaba, a menudo, en el centro de la acción. "Había estado trabajando este libro de memorias en paralelo a los cuentos –hace memoria–. Después de una gira de presentación agotadora, pasé medio año entre México y una casa del norte del estado de Nueva York donde estuve muy sola y encontré la manera de explicar mi historia personal". Nacida en 1986 –hija de emigrantes cubanos– en el estado de Filadelfia, Machado conoció a su futura pareja mientras estudiaba escritura creativa en el reconocido Iowa Writers' Workshop. En la casa de los sueños (traducido al castellano por Laura Salas Rodríguez) mezcla capítulos de carácter ensayístico con la experiencia personal de la autora. "Les mujeres de las que te colgabas siempre pasaban flotando a tu lado, lejos de tu alcance –escribe–, pero ella te toca el brazo, te mira directamente y te hace sentir como una niña que se acaba de comprar algo con su dinero por primera vez".
Del refugio a la prisión
"La fantasía y el terror me sirven para hablar de temas que me son muy cercanos –admite la autora–. En este caso, la imagen de una casa de los sueños tiene un sentido literal pero también habla de una utopía. Las casas pueden ser refugios, pero también prisiones. Para la comunidad gay y lésbica, cuando descubres tu identidad te empiezas a sentir por primera vez en tu casa, rodeado de los que son como tú. Piensas que, a partir de entonces, todo irá bien".
Machado recuerda que el término violencia doméstica, que se empezó a utilizar en los años 50 del siglo XX, todavía designa "mayoritariamente a un hombre adulto que abusa físicamente de alguien más débil, que acostumbra a ser una mujer". Su testimonio mira hacia la pesadilla física y psicológica que la autora sufrió a manos de una chica "bajita, pálida, andrógina y enclenque, de cabellos rubios preciosos que le hacían tener una vanidad desmesurada". "Las mujeres tenemos problemas para admitir la violencia de otras mujeres –insiste–. Cada diez años aparece alguien que denuncia abusos en una relación lésbica, me dijo una lectora en una presentación. Se habla un poco de ello y el tema desaparece hasta la década siguiente". Machado recuerda el caso de la norteamericana Lizzie Borden. "Fue una historia sonada que pasó a finales del siglo XIX –dice–. Era bastante evidente que solo podía haber sido ella, quien había matado al padre y la madrastra a golpes de hacha. Pero el tribunal la absolvió porque se creyó que una mujer no podía ser capaz de asesinar a alguien tan cercano y de una forma tan salvaje".
Carmen Maria Machado vive actualmente "en una antigua y calurosa casa victoriana en Filadelfia". Dos años después de publicar en inglés En la casa de los sueños, reconoce que el libro no la va a "curar de nada". "Fue un proceso doloroso y traumático –asegura–. No lo escribí pensando que me serviría para dejar atrás todo aquello, pero tampoco creyendo que me haría tanto daño. Si pudiera volver atrás, me habría dedicado a otra cosa". El único elemento positivo de todo el periplo ha sido el contacto con los lectores: "Me han escrito muchas cartas y mensajes de apoyo, tanto de gente del mundo LGBTQ+ como de otras realidades –dice–. Explicar lo que te ha pasado en materia de abusos es muy difícil, sobre todo cuando lo que te pasa no está legalmente tipificado, como pasa con una violación o una paliza. El terreno del abuso emocional y psicológico es complejo. También el del acoso sexual. Lo que más me hacía enfadar es cuando hablaba con alguien y me decían que quizás exageraba, que todo aquello que explicaba simplemente formaba parte del poder que mi pareja tenía sobre mí".