La masonería sale del armario
El relevo generacional propicia la divulgación a través de charlas para romper tabúes y abrirse a la sociedad


GeronaEn medio del barrio del Mercadal de Girona está la entrada a la logia masónica más grande de la ciudad: el taller Canigó. Quien espere encontrar un espacio de opulencia, espejándose en las películas estadounidenses, ya les adelanto que se llevará una desilusión. Lo que podría parecer la entrada de un almacén oscuro que da a un patio de manzana es desde hace casi tres décadas el local en el que se reúnen una veintena de hermanos masones, cada quince días, para celebrar sus tenidas. Son los rituales que comparten en el templo, un espacio cerrado –sin ventanas– lleno de simbología que a primera vista puede sorprender.
Recuerda bien la primera vez que lo visitó Mauricio Jiménez, alcalde de Castell d'Aro, Platja d'Aro y s'Agaró por el PSC. Admite que tuvo la misma "percepción" que yo, pero que muy rápidamente entendió la importancia del valor de la "humildad" dentro de la masonería y que para "llegar a ciertos conocimientos o reflexiones no hacen falta grandes metales". Jiménez ingresó en Canigó por puro interés personal, sin que nadie se lo propusiera. "No había entrado ni en política, venía del asociacionismo juvenil, del mundo de la empresa y tenía inquietudes y ganas de mejorar el entorno –explica–. Buscando en internet encontré la página web de la logia y contacté digitalmente".
Ahora, desde finales de año, está al frente del taller como venerable, un rol simbólico que le ha empujado a dar el paso de "salir del armario", como en la masonería se conoce también explicar públicamente que formas parte. La condición de masón prohíbe hacer su proselitismo, pero desde Canigó se busca que la discreción que han tenido siempre no se interprete como secretismo.
Este jueves, a las 19.30 h, la Fundación Valvi en Girona acogerá la charla "Desmontando falsos mitos sobre la masonería", una mesa redonda "para deconstruir la realidad a través de la razón". Será la primera vez que Jiménez, acompañado de Josep Manel Samper y Raül López, explicará su experiencia y romperá tabúes de lo que algunos consideran una secta o un lobi. "Es un momento bueno para explicar qué hacemos: al fin y al cabo, somos un espacio de reflexión filosófica en el que cada uno de nosotros busca la mejora personal, mejorar como individuo para ser una herramienta más útil para la sociedad", dice el también alcalde de Platja d'Aro.
Una logia catalana
Gerona es una ciudad con gran presencia de masones desde el restablecimiento de la democracia. Hay quien dice ser la demarcación con más hermanos per cápita del conjunto del Estado. Sólo en la ciudad hay hasta cinco logias y en la demarcación una decena, aún con gran presencia en Figueres, que es donde las corrientes de libertad, igualdad y fraternidad entraron con más fuerza desde la Guerra de la Independencia, se expandieron de la mano de las ideas republicanas después de la Gloriosa durante 1868 y tuvieron un último momento en la 1868 y tuvieron un último momento en la 1868 y tuvieron un último momento de la República en 1868.
La logia Canigó nació en 1996 y forma parte de la obediencia Gran Oriente de Catalunya, de 1989, la única que tiene una vocación plenamente catalana en el Principado. Pueden integrarla tanto hombres como mujeres, aunque en Girona ahora mismo sólo haya hermanos. Al frente de Gran Oriente, como Serenísimo Gran Maestro, acaba de aterrizar otro gerundense de Canigó: el economista y empresario Antoni Bou. Como Jiménez, defiende la "normalidad" de ser masón.
Estamos dentro del templo, junto a la plomada que cuelga del techo y marca el centro del universo que simboliza este espacio. Una bóveda celeste dibujada en el techo preside el espacio cuadrado, rodeado de doce columnas pegadas a la pared con los símbolos del zodiaco. En el este, en oriente, una imagen del ojo masón, símbolo de la conciencia. Justo en frente, la mesa que preside la sala donde se sienta el venerable con su mallet, encargado del ritual y de moderar la conversación. Al oeste, la puerta de entrada. y al norte, las sillas para los aprendices y compañeros. Al sur, el lugar donde se sientan los maestros.
Bou explica con soltura la función de cada hermano teniendo en cuenta dónde se sienta durante el ritual. Por lo menos es necesario que haya nueve para que pueda llevarse a cabo con normalidad. Durará unas dos horas y después, quien quiera, podrá quedarse a cenar para mantener el espacio de hermandad. De dentro de una maleta que sería para un portátil, saca la indumentaria que llevan a las tenidas: un mandil blanco –una especie de delantal– en el caso de los aprendices y compañeros y uno más elaborado en el caso de los maestros. Él lleva uno con la bandera como Serenísimo Gran Maestro del Gran Oriente, así como una medalla.
Toda la corrua de símbolos nos lleva inevitablemente a la pregunta más frecuente: ¿para qué sirve todo esto? Bou evita revelar los detalles de todo lo que hacen y cómo lo hacen, pero sí deja claro que una parte muy importante del tiempo que pasan en el templo es para hacer debates de temas, muy a menudo sociales. "Ser masón es un proceso individual de conocimiento que compartes con más gente y, para ello, parece que te complicas la vida con rituales que te ayudan en este camino", detalla. En cuanto a los beneficios, asegura que se trata sobre todo de "tranquilidad interior, tolerancia, espíritu crítico y conocerse a uno mismo".
Relieve generacional
Dentro de la masonería catalana hay obediencias regulares, que son deistas y no admiten a mujeres, e irregulares, como es el caso de Gran Oriente –con unos 200 hermanos en toda Catalunya–. En su caso, prefieren definirse como liberales y detallan que no es necesario creer en Dios para formar parte de ella. De hecho, en medio del templo hay un altar con la Biblia, el cartabón y el compás encima, símbolos masones. Pero Bou detalla que podría haber también un Corán o, en caso de haber miembros agnósticos, la Declaración de los Derechos del Hombre.
Ahora, el camino hacia la apertura con charlas y conferencias, saliendo del armario, también es fruto de un cierto relevo generacional tras el gran choque que supuso la persecución durante la dictadura. "Esto ha provocado que los que somos un poco más jóvenes vemos las cosas de otra manera -dice Jiménez-. Pienso que somos fuente inspiradora de ciertos valores que la gente busca en muchos lugares y que históricamente se encontraban en la Iglesia. Creo que para los que están buscando la masonería puede ser un buen sitio y no sólo las asociaciones culturales o de vecinos".
Con 29 años, Oriol Portell es el más joven en la logia Canigó. Entró con 25 y ahora ya ha superado el rango de aprendiz y es compañero. Se acercó a ella porque en casa había oído que su abuelo había sido masón durante el franquismo y le llamaba la curiosidad. "La iniciación choca, pero acabas encontrando tu espacio", explica. Y Bou añade: "Aunque parezca difícil entrar, es muy fácil salir".
El templo: un humilde espacio cargado de símbolos
Cartabón y compás
Todo templo masónico tiene en medio (cerca de la plomada, que marca el centro del Universo) un altar con un cartabón y compás, símbolos que remiten al origen gremial. Se sitúan sobre un libro sagrado en el que prometen o juran los hermanos.
Mallet
Como si de un juicio se tratara, el venerable (la persona que preside el encuentro) tiene un mallet sobre la mesa situada en el oriente que preside el atuendo. El primer vigilante también tiene uno para controlar a los solteros o compañeros.
Nudos y columnas
Aunque los templos carecen de ventanas, están rodeados de columnas simbólicas con los signos del zodiaco. Más importante son los nudos que le rodean y que simbolizan el amor y la fraternidad. Se abren a la entrada para recibir a quien lo quiera.
La conciencia
En dirección al este, en oriente, hay un cuadro con ojo masón, que todo lo ve, que se puede interpretar de muchas maneras. Como una metáfora divina, como el ojo de la conciencia o como la glándula pineal en el cerebro, considerada el tercer ojo ancestral.
Espadas
Cada hermano o hermana de la logia tiene una espada para celebrar ciertos ritos. Pero también hay más específicas, dependiendo de la función dentro de la logia. El venerable tiene una espada flamígera. En la entrada, situada en occidente, está el guardatemplo, que aguanta una espada de mayor peso y controla la puerta por quien quisiera entrar o salir.
El mandil blanco de los aprendices
Tanto como los símbolos, la indumentaria es importante en el ritual masónico. Los hermanos van vestidos todos con traje negro, camisa blanca, corbata, guantes y mandil, un delantal. En el caso de los aprendices, quienes acaban de entrar, la punta del mandil se pone hacia arriba. Cuando se da el paso a compañero ya se baja y se sustituye por otro cuando se da el paso a maestro.
La bandera en el mandil del Serenísimo
La bandera está presente en el collar y mandil del Serenísimo Gran Maestro de la obediencia Gran Oriente de Cataluña. La logia Canigó, nacida en 1996 en Girona, forma parte de este sector dentro de la masonería, que destaca por trabajar en catalán. En su templo hay una bandera que se utiliza para un ritual leído y quiere ser un homenaje a todos los pueblos de la Tierra.