La intersección entre los antivacunas y la xenofobia

Un niño de Texas ha muerto por complicaciones derivadas de un sarampión. Es el primer fallecimiento atribuido a esta enfermedad desde que los antivacunas, con su tesón, han logrado revertir su erradicación. Me topo con el medio Natural News y su titular: "Los grandes medios te mienten en la cara sobre el niño fallecido por sarampión". Cuenta la pseudonoticia que el pobre chico, no vacunado, murió de una neumonía para la que no se llegó a tiempo de encontrar el antibiótico adecuado. Pero desviar la atención del sarampión es una trampa torpe: la neumonía la contrajo a raíz del virus infeccioso. Sería como negar la existencia del cáncer diciendo que la muerte en realidad la causan fallos de un órgano vital (y, por tanto, que es absurdo realizar quimioterapias y otros tratamientos). En todo caso, lo que me llama la atención es cómo en esta página conviven artículos sobre pseudociencias con piezas abiertamente xenófobas y otras de enaltecimiento de todo el paradigma Trump y MAGA.

Obviamente, ni todos los antivacunas son de ultraderecha ni todos los de ultraderecha son antivacunas, pero la intersección es grande. Supongo que hay algo que une a ambos fenómenos aparentemente inconexos: el desprecio al bien común y una cierta reivindicación en nombre de una mal entendida noción de la libertad que, con demasiada frecuencia, significa imponer sus posiciones por la fuerza del odio. Y, sobre todo, lo que de verdad define el neofascismo que nos empapa es la firme voluntad de destruir la mera idea de una verdad común compartida, sea que las vacunas funcionan, sea que los inmigrantes deben tener los mismos derechos que los oriundos. Para destruir el tejido social, primero es necesario aislar los elementos. Impedir su conexión. Bajo el clamor "Os adoctrinan", crean nuevos sistemas comunicativos podridos por el odio.