Patrimonio de agua dulce

Todavía hay carcabanes en Cataluña: ¿sabes qué son?

El Museo de la Mina Vieja de Vilassar de Mar

Museo Mina Vella Vilassar de Mar
25/08/2025
4 min

Siempre he dicho acequia, con e abierta. Pero se escribeacequia, porque la gran mayoría del dominio lingüístico, y especialmente donde hay acequias, lo pronuncian con e cerrada. Yo pensaba que riego venía deregar. Y por eso me extrañaba que se escribiera riego y no riego. Pero resulta que la palabra riego (de origen prerromano, con el mismo significado que actualmente, canal o acequia) se escribe así, con c (la palabrariego hace referencia al riego o al sistema de riego).

También aprendo cosas de lengua haciendo esta serie del patrimonio del agua dulce del país. Y palabras que desconocía, como carcabá (espacio situado bajo el obrador del molino que contiene el rodillo o la rueda horizontal, que es movido por el agua que cae y hace mover la muela).

Realmente hace fresca en el carcabá del antiguo molino harinero de Vilassar de Mar, Ca l'Eudald, donde estoy ahora. Construido en 1806, posteriormente también fue casa de payés. Muchos vilasarenses utilizaban su nombre para llamar el cementerio, ya que está situado muy cerca. Aún ahora hay quien dice que a una persona "le han llevado a Ca l'Eudald", queriendo decir que le han enterrado. Actualmente Ca l'Eudald es sede del Museo de la Mina Vella. En el 2000 lo inauguró Artur Mas, según recuerda una placa de la entrada, cuando era consejero de Economía, Finanzas y Planificación (eso de la planificación... ¿no debería estar en todas las consejerías?). El expresidente está vinculado familiarmente a la compañía de aguas de Vilassar de Mar. Su padre y su abuelo fueron sus presidentes.

En el carcabá de este molino había dos carretes de madera. Cuando el molino estaba en funcionamiento, toda esta estancia quedaba inundada. Y, claro, los rodillos se estropeaban. No queda ninguna. "El molinero sólo bajaba aquí para realizar trabajos de mantenimiento", me explica Feliu Novell, historiador, responsable del Museo de la Mina Vieja de Vilassar de Mar. “El molino funcionó hasta el año 1915. La balsa que guardaba el agua para el molino, ahora es un depósito de agua, procedente de la Mina Vella, que suministra al casco antiguo de Vilassar. Se dice que nadie lo ha visto nunca vacío. Fue el primer depósito de agua de Vilassar, y se permitió mejorar la distribución y la calidad Novell–. Dicen que el cloro ha salvado más vidas que todas las vacunas juntas. Es barato, fácil de aplicar y desinfecta completamente el agua de beber, por lo que evita la transmisión de enfermedades”, añade.

Unos cuantos vilasarenses tuvieron la iniciativa en 1846 de hacer la Mina Vella para hacer llegar agua a la población. "No tenían el objetivo de obtener beneficios", detalla Feliu Novell. "¿Y si había beneficios?", le digo. "Pues ajustaban los precios", me responde mientras voy repasando con la mirada una interesante colección de objetos que cuenta la historia de la compañía de aguas de Vilassar de Mar –una de las más antiguas del Estado– y cómo se hace la distribución del agua en este municipio.

Actualmente, la media de consumo diario de agua en este pueblo es de unos tres millones de litros. Si en cuatro días no llegara nada de agua, empezarían a tener sed.

El museo nos habla, con textos e imágenes, de la construcción de pozos y minas. Para hacer las minas trabajaban con luces de aceite (las velas eran demasiado caras), sentados sobre un taburete muy bajo. "En el municipio tenemos unos cinco kilómetros de galerías excavadas a pico y pala. Algunos tramos están revestidos con picholinos y cerámica para evitar deslizamientos", explica Feliu. En las cabezas de mina, donde se encuentran los nacimientos del agua, se ponían ladrillos –para que no cayera arena–, entre los que lloraban con agua las paredes.

Me llama la atención una tubería con una raíz de árbol que ha crecido dentro. Y también herramientas antiguas de fontanería, repartidores de agua (cajas de plomo con orificios que permitían pasar más o menos agua), aforadores (llaves de paso que funcionan gracias a una pieza de vidrio, que deja pasar el caudal de agua contratado), aparatos para bombear agua –con la llegada de la electricidad en este municipio, centrífugas y de pistón–, y contadores.

En el exterior del museo se encuentra una cascada hecha de obra, con cerámica de tonos azules. Además, en donde desemboca el agua hay un pequeño estanque con nenúfares. Cuando el agua llegaba continuamente a los hogares, la que sobraba era para la cascada, el lavadero y el huerto. Todavía hay unas cuantas cascadas en el núcleo de Vilassar de Mar con circuitos cerrados que bombean el agua.

"¿Sabes que el agua del Maresme tiene fama de ser muy dura? –me dice Novell cuando nos despedimos–. Se nota sobre todo cuando se hace colada. Hay que poner más cantidad de jabón y la ropa una vez seca queda como acartonada debido a la cal. Afortunadamente, el agua de pozos y minas se suministra mezclada con la del Ter; cal. Si se sirviera directamente el agua de las minas, los electrodomésticos y las instalaciones de agua caliente se atascarían continuamente", continuó explicando.

En Vilassar de Mar ya no hay pescadores ni capitanes de barcos. Tampoco hay muchas plantaciones de flores. Los que se dedicaban a la flor han tenido que reinventarse –o plantar flores que no eran habituales en esta área, como girasoles pequeños, para hacer ramos–, porque la mayor parte de flores son de importación. Pero la Mina Vella continúa, como siempre, trayendo agua a los vilasarenses.

El rico patrimonio de Vilassar de Mar

Da lástima que muchos residentes, veraneantes y visitantes de Vilassar de Mar no hayan pisado nunca el Museo de la Mina Vella y desconozcan el rico patrimonio cultural del municipio. Hay un montón de elementos que vale la pena visitar. Por ejemplo, el Museo Monje, la Casa Museo Carme Rovira –tejedora que se pasó a la pintura (de estilo naïf)–, la torre de vigilancia de Can Nadal, la iglesia parroquial –con obras de pintores catalanes de la posguerra– y numerosas casas modernistas y novecentistas. De estos dos últimos estilos destacan las realizadas por Eduard Ferrés i Puig, autor del Hotel Ritz de Barcelona.

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