Ucrania, un conflicto cada vez más enquistado que ahora revive

Los combates en Ucrania no se han detenido durante este tiempo, por mucho que la atención mediática de los últimos meses se haya centrado más en lo que estaba pasando en Gaza que en las trincheras de la guerra de Putin contra el país. Sin embargo, estos últimos días ha revivido la atención tras los ataques rusos con misiles y drones sobre ciudades ucranianas, incluida la capital, Kiev, y el ataque ucraniano contra una ciudad fronteriza rusa. En Kiev murieron 28 personas, después de que ayer se encontraran otros cinco cadáveres bajo los escombros de un edificio bombardeado el 29 de diciembre.

El cansancio por el conflicto, sin embargo, se pone de manifiesto en los dos bandos de una guerra que el presidente ruso, Vladímir Putin, aún ahora se niega a definir como tal. De hecho, en su discurso de Año Nuevo Putin ni ha hecho referencia explícitamente a Ucrania, y ahora que ya está en campaña electoral ha pasado de puntillas por los sacrificios de sus soldados. Volodímir Zelenski, en cambio, ha tratado de hacer crecer la moral de los ciudadanos afirmando que ahora son más fuertes que antes, anunciando que pronto fabricarán ellos mismos más armas y animando a los jóvenes a alistarse en el ejército, algo que es cada vez más difícil de conseguir.

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En febrero la guerra entrará en su segundo año, y se espera que éste sea decisivo para encontrar una solución al conflicto. Sin embargo, no está claro en qué sentido. Rusia mantiene posiciones tras la contraofensiva ucraniana quiebra de primavera y verano, y confía en quedarse definitivamente el territorio ganado. Pero falta que Kiev renuncie a ello, y de momento esta opción no está sobre la mesa. Pero tanto en Estados Unidos, que tiene el millonario paquete de ayudas parado por la fuerte oposición republicana en seguir gastando en este conflicto, como en la Unión Europea, donde las tesis pro-rusas o contrarias a la guerra van ganando terreno, aumenta la presión para forzar algún tipo de acuerdo.

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Ucrania mira con preocupación el horizonte electoral que tendrán que enfrentar en el 2024 a sus principales aliados. Por una parte, las elecciones europeas de mayo, que pueden acrecentar el peso de la ultraderecha y de los partidarios de Putin en las instituciones europeas. Por otro, los comicios estadounidenses, que en noviembre pueden devolver a los republicanos al poder de la mano, tal vez, de un Donald Trump aún más combativo.

Ucrania ha resistido de forma épica el ataque de una de las grandes potencias militares mundiales, y lo está haciendo aún pese a las voces que en el primer momento auguraban pocos días de resistencia. Sin embargo, ahora llega el invierno, aumentan los ataques aéreos rusos y la población de ciudades fuera del frente que habían intentado olvidar la guerra vuelve a tenerla en casa. La resistencia de la población tiene límites y el desánimo crece. Por eso es importante que la Unión Europea, que todavía puede jugar la carta de la adhesión exprés de Ucrania, se mantenga firme ahora, porque los próximos meses serán fundamentales para intentar llegar a algún tipo de negociación que pueda ser favorable a las aspiraciones ucranianas o que, al menos, no los deje con la frustración de haber luchado sin asegurar la independencia del país. Esto, o una guerra enquistada que finalmente tendrá sabor a derrota.