El Barça ha estado siete años perdiendo el tiempo
Iñigo Martínez es el líder inconmensurable de la defensa del equipo de Hansi Flick


BarcelonaCuando en el verano del 2017 Ernesto Valverde se convirtió en nuevo entrenador del Barça, su idea era incorporar a Iñigo Martínez al equipo. Entonces, el central zurdo de Ondarroa aún jugaba en la Real Sociedad. El fichaje no llegó a hacerse porque el conjunto azulgrana tenía jugadores con jerarquía, también en el eje de la defensa, que desaconsejaban la operación. Meses más tarde, Iñigo acabó en el Athletic Club. Por último, la pasada temporada fue la de su llegada al Barça. Condicionado por las lesiones, el defensa no tuvo la continuidad deseada con Xavi Hernández en el banquillo. Fue esta temporada 2024-2025, y bajo las órdenes de Hansi Flick, cuando se ha convertido en un pilar del Barça.
Cuando aterrizó el técnico alemán, y conociendo su estilo de juego con la línea defensiva muy avanzada, no era tan fácil prever el impacto que el ex del Athletic tendría en el equipo. Cuando juegas con la defensa tan arriba, en teoría quieres centrales rápidos que te permitan apagar fuegos en la espalda. Pero Iñigo Martínez normalmente no necesita apagar nada para que él, y sus compañeros, se encarguen de que el oponente pueda encender poco. En este sentido, la presión después de perder el balón se ha convertido en seña de identidad del equipo. Contra el Girona, por ejemplo, los de Flick volvieron a brillar en ese aspecto. El trabajo de Iñigo y de su habitual compañero de fatigas en el eje de la defensa, Pau Cubarsí, defendiendo hacia delante, en dirección al balón y reduciendo espacio al rival, es inconmensurable.
También en relación con aspectos defensivos, la coordinación de la línea roza la excelencia. Rara es la vez que el rival coge a los centrales del Barça mal alineados. Además, Iñigo y Cubarsí tienen clarísimo quién se encarga de marcar el fuera de juego en función de dónde tiene el balón el rival. El catalán tiene toda una carrera ilusionante por delante y el vasco, experimentado y veterano, vive ahora su mejor momento como futbolista. Sabe que tiene la oportunidad de celebrar títulos importantes por primera vez en su carrera y la selección española ya no es una prioridad para él.
Iñigo Martínez cumplirá 34 años unos días antes de la final de la Champions. Inteligente y contundente en los duelos, no necesita alcanzar 1,90 para imponer el arte de la defensa. En campo abierto se muestra mucho autoritario anticipando, chocando o utilizando su cuerpo para ganar la pelota. Dentro del área, tiene un sexto sentido para deslizarse sobre el césped y cortar pases o centros peligrosos. Además, su potencial en el juego aéreo (tampoco necesita hacer 1,90 para ser fuerte en esta faceta) le convierte en un jugador valioso en ambas áreas. Precisamente para llegar con más opciones de dañar la contraria, el pie del vizcaíno también es una bendición. Es creativo con pelota y sus pases, tensos y con intención por encontrar compañeros en zonas interiores, son un gran argumento para progresar en el juego.
El mejor central para jugar en el Barça de Flick
Cuando puede y debe, Iñigo conduce con la cabeza levantada y divide la presión del rival. Otra solución que tiene en su formidable paleta de recursos futbolísticos es el cambio de orientación. Su delicada izquierda sirve para conectar directamente con el extremo del otro lado. ¿Y quién es ese extremo? Lamine Yamal. Óleo en una lámpara. Con un pase del central y un control del extremo, el Barça ya está en campo contrario y, probablemente, gracias al temor que genera el adolescente de Rocafonda, dispuesto a meter el rival en su área. Si este recupera y quiere salir, tendrá que recorrer muchos metros hasta la portería de Szczęsny. Y es probable que no pueda llegar de ninguna de las maneras porque la contrapresión, a menudo liderada precisamente por Iñigo, ahogará el intento de contragolpe.
Iñigo Martínez no es el central más alto, más rápido ni más fuerte, pero es el mejor central para jugar en el Barça de Flick y hacer pareja con Cubarsí, un defensa que debe convertirse en leyenda del conjunto azulgrana. Quién sabe lo que hubiera pasado si Valverde hubiera impuesto su criterio hace siete años. Quién sabe si el club pudo ahorrar fichajes como Yerry Mina, Murillo y Lenglet o renovaciones malditas como la de Umtiti.