EDITORIAL

No nos olvidemos de lo que pasa en Gaza

Niñas palestinas esperando una racción de comida en una cunina comunitaria en Nuseirat en el centro de Gaza.
10/04/2025
2 min

Pendiente del caos económico desatado por Donald Trump con su guerra comercial, el mundo parece haber dejado de mirar hacia Gaza, lo que está aprovechando el gobierno de Benjamin Netanyahu para llevar a la práctica un plan que busca de forma indisimulada expulsar a la población palestina de la Franja. ¿Cómo? Pues haciendo que cada vez sea más difícil vivir, condenando a la población al hambre, a la falta de suministros médicos, a la tortura psicológica que suponen los bombardeos constantes y las incursiones militares.

En las últimas semanas el ejército israelí está implementando una nueva táctica que consiste en reducir cada vez más el espacio donde se pueden refugiar los casi dos millones de civiles gazianos que viven en la Franja. Les ha reducido el espacio y ha bloqueado la entrada de cualquier tipo de ayuda humanitaria, con lo que la situación se va degradando cada día que ocurre un poco más. Según los datos de la ONU, al menos 345.000 palestinos de Gaza sufren hambre extrema (fase 5) y el 91% están en situación de crisis alimenticia. 60.000 niños necesitan tratamiento urgente contra la desnutrición, mientras en el lado egipcio de la frontera de Rafah, en el sur de Gaza, cientos de camiones cargados de ayuda humanitaria siguen bloqueados. Las cocinas comunitarias que organiza el Programa Mundial de Alimentos de la ONU se han convertido ahora en objetivo de los cazas israelíes, así como las canalizaciones de agua. Como si estuviéramos en la Edad Media, el hambre es la principal arma de guerra de Israel ahora mismo.

Por eso el objetivo ahora ya no es acabar con Hamás o liberar a los rehenes, sino que lo que está en marcha es una operación de limpieza étnica. Así por lo menos lo consideran el millar de reservistas israelíes que han firmado una carta exigiendo el fin de la guerra y la apertura de negociaciones con Hamás y que, como represalia, han sido expulsados ​​del ejército.

Netanyahu actúa con total impunidad porque sabe que cuenta con el aval de Washington para hacer esta política. Recordemos que fue el propio Trump el que habló de convertir a Gaza en un resort mediterráneo y de trasladar a la población palestina a otro lugar. La complicidad entre ambos mandatarios, tal y como se hizo evidente el otro día en el Despacho Oval, hace pensar que éste es el plan que se está implementando sobre el terreno.

La crisis humanitaria de Gaza, pues, debería volver a la agenda mediática y política, y la Unión Europea es quien debería llevar la iniciativa. Hay que aumentar la presión sobre Netanyahu y al menos no convertirse en cómplices involuntarios de esta catástrofe humanitaria en la que se ha acabado convirtiendo la operación de represalia por los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023. Bruselas no puede seguir mirando hacia otro lado en un conflicto tan desestabilizante. Porque, al fin y al cabo, la actitud de Netanyahu en Gaza ahora mismo no difiere tanto de la de Vladimir Putin en Ucrania, aunque las respuestas a una y otra crisis sean tan distintas.

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