La fiesta del Girona (en Barcelona) no podía durar siempre
El equipo gerundense pierde el derbi más de siete años después y Míchel muestra preocupación por la línea del equipo

BarcelonaNada dura siempre. Ni las crisis ni los fuegos artificiales. Al Girona se le acabó la magia de los desplazamientos a Barcelona, donde últimamente volvía a casa con el bolsillo lleno y una carcajada de oreja a oreja. Porque hace falta retroceder más de siete años para encontrar la anterior vez que había perdido. Era febrero de 2018 y muchas cosas han cambiado, desde entonces. En el Barça, de hecho, nadie queda de ese día.
El único es Ter Stegen y actualmente está lesionado. Repasando a los azulgranas escogidos hay tres futbolistas retirados (Piqué, Vermaelen y Paulinho), cuatro que ahora juegan en Estados Unidos (Jordi Alba, Busquets, Messi y Luis Suárez), uno en Brasil (Coutinho), uno en Italia (Sergi Roberto), dos en Francia (Dembélé y Umtiti). Catorce jugadores en total, porque aún no había llegado la pandemia y sólo se podían realizar tres cambios. En el banquillo estaban Cillessen, Iniesta, Digne y Aleix Vidal. El entrenador era Ernesto Valverde y el presidente, Josep Maria Bartomeu. Los partidos, claro, se jugaban en el Camp Nou. Lamine Yamal sólo tenía 10 años. Del Girona siguen Juanpe, Portu y Stuani, tres leyendas.
El dato tiene trampa porque en medio hubo tres temporadas en Segunda que impidieron que el derbi catalán gozara de mayor continuidad. Pero los gerundenses, a medida que han ido creciendo, se han envalentonado. Aquel febrero del 2018, mientras los aficionados se iban repartiendo y mezclando por las gradas, entre selfies para el recuerdo y palmaditas en el hombro de felicitación por haber llegado a Primera, se adelantaron en el marcador en el minuto 2. Fue un visto y no visto eso, porque el partido acabó 6-1. Como el Girona, a ojos de la afición del Barça, caía simpático, incluso hizo cierta gracia que durante un breve rato fuese ganando, porque al final perdía. Era como un premio a su carácter que no afectaba al resultado final. En la supuesta lógica que siempre dice que el gran derrota al pequeño. Pero eso cambiaría.
Tres visitas puntuando
Para el Barça, cada desplazamiento del Girona, que puntuó en sus tres visitas siguientes, fue menos divertido. Primero, por un empate a dos, con un doblete de Stuani. Como era la jornada cinco, tampoco dolía del todo, porque ni influía ni era decisivo. Por entonces, los gerundenses le birlaron una Supercopa de Catalunya (1-0), también con gol del uruguayo, pero el título no importaba. El descenso puso distancia entre unos y otros y la cosa no fue a más hasta la llegada de Míchel y el regreso a la élite.
Porque la primera cata fue un 0-0 en 2022-23. El segundo fue ya la bomba. Fue la noche en la que el nombre del Girona apareció en cada rincón del planeta. Un 2-4 histórico que enfadó al barcelonismo, que soñaba con que los suyos jugaran como lo hacían los futbolistas que vestían de rojiblanco. Jugaba como los ángeles, el Gerona, que salió líder y generando envidia de Montjuïc. Y lo ratificaría en la segunda vuelta, con un nuevo 4-2 que causaría el cabreo de Laporta y el despido de Xavi.
Los de Montilivi ya no juegan como los ángeles, pero todavía son una piedra en el zapato para el Barça: gracias a los paros de Gazzaniga ya la acción de Danjuma, hizo sufrir al líder, a pesar de que fuera poco tiempo. Y no era fácil, teniendo en cuenta que unos quieren y otros van a trompicones. Los de Flick, heridos en el orgullo, consumaron la revancha con un doble 4-1. En menos de un curso, ambas caras de la moneda.
La imagen del Girona no salió reforzada del derbi porque, de esa frescura del pasado, poco queda, y la dinámica es aún más negativa: tan sólo ha ganado un partido en las últimas diez jornadas, con un balance de 6 puntos de los 30 en juego. El descenso aún queda lejos, a siete puntos, pero el sábado visita Montilivi al Alavés, todo un rival directo. El equipo necesita ganar de una vez por todas y dejar de vivir asustado. Se ha conjurado para evitar problemas. "Estoy preocupado porque la línea del equipo no es la que quiero", aseguraba Míchel. "Mirad al Barça, juega como Flick quiere que juegue. Tengo que conseguir que el Girona juegue como quiere Míchel".