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Relaciones laborales

¿Hacer dos besos o dar la mano? El dilema de cómo saludar en el trabajo

El protocolo dicta que en el entorno laboral, cuando no se conoce a la otra persona, hay que hacer un apretón de manos

Dos compañeros de trabajo saludándose en la oficina en una imagen de recurso.
10/04/2025
4 min
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BarcelonaUna directiva entra en una sala de reuniones y todos se levantan de su silla para saludarla. El hombre que tiene a su lado le da la mano. La mujer que tiene al otro lado le da dos besos. Dos de las asistentes, mayores que ella, la saludan de lejos y vuelven a sentarse. El hombre que tiene delante se acerca y le abraza brevemente: "¿Han ido bien las vacaciones?", dice. En el fondo de la sala, el joven estudiante en prácticas baja la mirada hacia la libreta que sostiene sobre las rodillas. No se ha levantado ni ha dicho nada. ¿Qué se supone que debería hacer?

"La mejor manera de saludar a un compañero o compañera de trabajo es en función de la relación que tenemos", asegura Teresa Baró, autora de La gran guía del lenguaje no verbal y consultora en comunicación profesional. Según la experta, el protocolo dice que la forma de saludar a la empresa es con un apretón de manos o saludar verbalmente sin tocarnos. "Normalmente, la persona más importante, sea por el cargo que ocupa o por edad, es la que elige el tipo de saludo", añade. En caso de que se trate de saludar a un compañero o compañera que hace tiempo que no vemos y con quien tenemos una relación estrecha, podemos saludarnos con un abrazo o dos besos. "Un gesto que no sería adecuado cuando no conoces a la persona y te la están presentando", corrobora Baró.

Los besos, fuera de la oficina

Según los expertos en protocolo, los saludos en el ámbito laboral en España son un caso singular. Cuando la mujer empezó a acceder al mercado laboral ya ocupar cargos de responsabilidad empezaron las dudas. ¿Hacer dos besos como marca la costumbre? ¿O seguir la tradición europea y dar la mano? Por último, se optó por actuar como en la esfera social cuando había mujeres implicadas, un hábito que a raíz de la pandemia y las diferencias generacionales en las empresas se ha puesto en cuestión.

"Desde que empecé a trabajar, creo que la cosa ha cambiado. Tengo la sensación de que antes era mucho más habitual saludar tanto a hombres como a mujeres con dos besos y que últimamente se está intentando que el saludo se haga, por ejemplo, dando la mano", explica Laura, que lleva más de una década trabajando en el mundo académico. "Confieso que alguna vez me he adelantado a los acontecimientos y cuando he visto claramente que una persona se estaba acercando demasiado para darme dos besos voy directamente a darle la mano. A veces se genera una situación incómoda, una especie de baile en la que esa persona igualmente me acaba dando dos besos como si no interpretara o quisiera interpretar lo que yo pretendía".

Saludarse con dos besos es una costumbre que, como otros muchos, tenía que desaparecer con la pandemia. "Que no devuelvan los dos besos a las mujeres en el ámbito profesional, por favor", escribía la periodista Laura Alzola Kirschgens en el 2021 en un tuit que se haría viral. "He llegado a pedir por escrito a la universidad que se incorpore como protocolo el trato igualitario, que las mujeres no tengan que estar besando a todo el mundo mientras los hombres con un apretón de manos cumplen!", respondía una tuitera en el post.

Sin embargo, la percepción de Baró es que este hábito no se ha perdido y cinco años después de la irrupción de la cóvido, hemos vuelto a las viejas rutinas. Según la experta en comunicación profesional, aunque la mayoría de gente no es consciente de ello, saludar a las mujeres de manera diferente a los hombres implica una discriminación. "No hay ningún motivo para dar dos besos a las mujeres en vez de darles la mano, el saludo habitual en el mundo empresarial. Lo que ocurre es que hay una tradición y hay personas que no se lo plantean y hacen lo mismo que si fueran compañeras en un grupo de amigos o familia. Trasladan las mismas acciones que harían en el ámbito privado al ámbito".

Diferencias culturales

El antropólogo norteamericano Edward T. Hall desarrolló el concepto de proxémica, una disciplina que hace referencia al uso y percepción que el ser humano hace de su espacio físico y de su intimidad personal. A partir de esto, Hall establece cuatro categorías para acotar el espacio personal. La distancia mínima (entre 15 y 45 centímetros) reservada para la familia, amigos y parejas; la distancia personal (de 46 centímetros a 1,20 metros) para compañeros de trabajo y conocidos; la distancia social (de 1,20 a 3,60 metros) para los extraños; y la distancia pública (más de 3,60 metros) para hablar en público o para dirigirse a un grupo grande de personas.

Hall concluyó que el espacio personal que necesita un individuo para sentirse cómodo varía de una cultura a otra y también debe tenerse en cuenta. Por ejemplo, las personas de culturas latinas se sienten mejor derechos y cerca mutuamente. Pero en los países anglosajones tienen preferencia por la distancia personal. "No existe una manera de saludar universal en todo el mundo. La más generalizada en la cultura occidental y en el mundo de la empresa es el apretón de manos. Pero no funciona en países árabes o en Japón, por ejemplo", asegura Baró.

En caso de trabajar en todo el mundo, los expertos recomiendan informarse de las particularidades culturales del país para mejorar la comunicación profesional entre personas de distintas procedencias. Además contribuye a erradicar posibles incomodidades generadas por desconocimiento de las necesidades de espacio personal de cada persona.

Una tradición milenaria

Según un estudio publicado por la revista Science en 2023, los primeros besos registrados culturalmente tienen más de 4.500 años. El artículo asegura que existen referencias escritas en tablillas sumerias y acadias donde este gesto se describe como parte del acto sexual pero también como una muestra de cariño entre familiares y amigos.

Una costumbre que recogerían los romanos y que el cristianismo incorporaría a las ceremonias religiosas. San Pablo, en su Carta a los romanos ,recomendaba "saludarse con un beso sagrado". En la Edad Media se besaba como señal de fidelidad para cerrar acuerdos, aunque durante la epidemia de peste de mediados del siglo XIV se podría haber arrinconado y no se recuperaría hasta después de la Revolución Francesa.

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