La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, el pasado 12 de octubre.
15/10/2025
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Estos son, desde hace días, los dos grandes temas de discusión en una galaxia no tan lejana llamada Madrid. A primera vista puede parecer una vuelta a los tiempos de la Transición y de las películas del destape, tipo Caray con el divorcio. Pero más allá de lo pintoresco, en el trasfondo de estas peleas capitalinas hay una involución en cuanto a derechos fundamentales ya la propia concepción de la sociedad que nos afectan a todos.

La cuestión del aborto va más allá del debate sobre la llamada objeción de conciencia de los médicos que se niegan a practicar abortos, apuntando al lugar ya los derechos que las mujeres pueden o no pueden tener en una sociedad democrática. Para empezar, la expresión objeción de conciencia es equivocada aquí, porque la objeción de conciencia, cuando lo es, se ejerce contra un mandato que se considera abusivo: el ejemplo que todos tenemos en mente es la objeción contra el servicio militar obligatorio (que algunos países ahora se plantean recuperar, o se preparan para hacerlo, dentro de la deriva involucionista que sacude a Occidente). En cambio, que un médico de la sanidad pública se niegue a asistir a las pacientes en el ejercicio de su derecho legal a abortar no es propiamente una objeción de conciencia, sino un incumplimiento de las propias obligaciones.

Preguntas: ¿una mujer debe poder decidir por su cuenta un aborto o debe contar con el visto bueno del padre de la criatura? ¿El aborto debe estar amparado por la sanidad pública o las mujeres deben irse a abortar "a otro lado"? (es curioso que la sensibilidad provida de Ayuso no sea extensiva a los 7.291 ancianos que murieron desasistidos a los geriátricos de Madrid en tiempos de pandemia). ¿El aborto debe estar permitido en clínicas privadas pero excluido de los hospitales públicos donde haya médicos "objetores de conciencia"? Y la principal: ¿una mujer debe tener capacidad de decisión propia o debe estar condicionada y tutelada por lo que le imponga su entorno, principalmente los hombres de su entorno? Las llamadas entidades e ideologías provida no son, en realidad, otra cosa que los defensores de los privilegios patriarcales de toda la vida, de cuando la mujer abastecía, alumbraba, nutría y callaba. Callaba también, o principalmente, cuando sufría agresiones y abusos. A callar se ha dicho. Aquí es donde muchos quisieran volver, porque ven el fundamento de un modelo de sociedad autoritaria que añoran: piensan que funcionaba.

Por lo que se refiere a los toros, es obvio que tanto las corridas, como cualquier espectáculo basado en la violencia contra los animales, son formas de barbarie inasumibles para cualquier sociedad mínimamente educada. Decir que esto es "cultura" es, lisa y llanamente, una indecencia y una vergüenza. Ahora bien: el PSOE no se atreve a legislar en contra, y Abascal obtiene votos de ser invitado a ver como uno matador se corta la cola, o lo que sea que hagan esa gente. En resumen, el nacionalismo español sigue especulando, y eso (más ciertas cantidades de dinero y de fanatismo oscurantista) es lo que mantiene viva la fiesta.

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