El aeropuerto de la ciudad insigne y notable

Felicitémonos: ya tenemos presidente de la Generalitat. Desde aquí mis mejores deseos al presidente Aragonès. Acabada la interinidad, trabajo no le faltará. La carpeta de trabajo se llena de asuntos urgentes e importantes.

Uno trascendental es el de decidir si la Generalitat colabora con Aena para poner en marcha un proceso de reforma y ampliación del aeropuerto del Prat. Se ha ido extendiendo la idea que este es un tema de gran complejidad que pediría una consideración pausada. En un artículo reciente en el Nacional Damià Calvet, conseller del ramo en el Govern saliente, pedía cinco años para reflexionar.

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Pienso, al contrario, que la decisión no es nada compleja. No lo digo porque en mi arrogancia crea que mi parecer favorable (que presenté en el artículo de hace un mes) cambiará repentinamente muchas opiniones. Lo digo porque la decisión cae por su propio peso una vez entendemos lo que los economistas llamamos el valor de opción. El aeropuerto está gestionado por Aena. Nos guste o no es Aena quien puede abrir la puerta a su proceso de expansión. La ha abierto. Lo celebro: me cuece que a la hora de evaluar posibles sedes de la Agencia Europea de Medicamentos el aeropuerto de Ámsterdam estuviera más bien considerado que el de Barcelona. La Generalitat puede decidir ahora si cierra la puerta o si da luz verde a continuar. Si es luz verde se iniciará un periodo, que no será corto, de negociaciones con la UE, de planeamiento de la ampliación, de diseño de la reconfiguración y expansión de los espacios de la red Natura 2000, etc. También será en esta fase preparatoria que, por ejemplo, se establecerá si la reforma de los espacios naturales tiene que concluir antes de que lo hagan las pistas. Así mismo, será un periodo en el que podremos observar y precisar más aspectos de la evolución de la navegación aérea, tanto en cuanto a su utilización como su eficiencia energética. En resumen, las excavadoras no aparecerán de repente, y mientras no estén, el proceso, si conviene, se puede parar. En cambio, si lo paramos ahora yo creo que este será el final: no lo podremos reabrir. El compromiso de Aena lo tenemos ahora. Si paramos y dentro de unos años, a la vista de nuevas realidades, la Generalitat viera el tema más favorablemente, ¿quién nos puede asegurar que Aena volverá a abrir la puerta? Desgraciadamente, estas cosas no dependen solo del análisis coste-beneficio. Ahora Aena se guía por este criterio. No tengo ninguna base, más bien al contrario, para pensar que en el futuro esté garantizado que sea así. El valor de mantener la opción abierta es muy grande y el camino para mantenerlo es aceptar ahora colaborar con Aena en este proyecto.

La Generalitat -o el Ayuntamiento - no tendría que repetir el error del Consell de Cent del siglo XV. El rey Martí quiso fundar una universidad en Barcelona. El Consell de Cent  se le opuso enconadamente (1398: “La ciudad no debía de sufrir que hubiera Estudi General, como fueran más los peligros y escándalos que se podían seguir que los provechos y honores que se podían reportar”; 1408: “Que d’aquí i avant si tal oferta s’ha fa, sia denegada sens que no calgui tenir Consell dels Cent Jurats”). Cuarenta años más tarde, en 1448, el mismo Consell le decía al rey: “En aquesta ciutat insigne i notable li falta un Estudi General, que l’ennobliria... i reportaria gran profit i fama”. Todavía pasarían 80 años antes de que Barcelona tuviera estudiantes universitarios. Seamos lúcidos: si no se tiene el control completo, las decisiones sobre grandes infraestructuras piden la práctica del oportunismo, en el siglo XV y en el siglo XXI. Nota: las citas las he extraído de una tesis de A. Fernández Luzón (UB, 2005).

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En su artículo, el conseller Calvet da dos razones, entre otras, para no colaborar ahora. La primera se ha repetido mucho, y es que Europa no lo permitirá por la incidencia sobre la red Natura 2000. Pues preguntémoslo. Y no, evidentemente, a un funcionario de manera rutinaria (y quizás insinuando que una respuesta negativa es lo que se quiere) sino al nivel máximo, tanto desde España cómo de la UE. Yo creo que un buen plan se aceptará. Quizás me equivoco pero lo que es absurdo es avanzarnos y no negociarlo. La segunda es original y, en mi opinión, un poco peculiar: dice que Aena no lo quiere hacer, que lo plantea como una especie de mentira, que sabe que le diremos que no y entonces podrá ponerse con lo que realmente le hace ilusión: la ampliación de Barajas. No creo que el proyecto sea tan maquiavélico, pero, amigo conseller, desmontar esta posible maniobra es muy fácil: basta con sorprender y decir que sí, que adelante.