¿Agresiones sexuales en el metaverso?
Hacía ya tiempo que se había especulado con la posibilidad de que alguien sufriera una agresión sexual, u otros delitos, en el metaverso. Esto es, en un entorno virtual. Por tanto, no verdaderamente real. Sin embargo, ¿es posible cometer delitos en un espacio distinto al habitual?
Empecemos por explicar de manera extraordinariamente sencilla qué es el metaverso. Se trata de un espacio al que se accede a través de unas gafas de realidad virtual y otros sensores que, aparte de la visión, estimulan los demás sentidos, de modo que la persona sienta como real lo que está viendo. Para visualizarlo mejor, es como entrar dentro de Matrix, pero sin que nos pongan ningún conector aparatoso dentro del cerebro. De momento, se diga lo que se diga, la idea está en pañales –pese a algunos entornos gráficos espectaculares– y está siendo desarrollada por diferentes compañías cuyo futuro todavía está por ver.
Las posibilidades que tiene, sin embargo, son enormes, cuando sean aún más espectaculares el entorno gráfico y los sensores que lleve la persona, de modo que lo que uno vea –y sienta– dentro sea casi idéntico a la realidad. Es decir, como en Matrix. De esta forma, lo que se experimentará sí parecerá real. Se podrá, al igual que ya ahora –con un realismo impresionante, sin embargo–, jugar, volar, viajar en cualquier medio de transporte, dar conferencias, reuniones con amigos o incluso procesos judiciales, aunque esto quizás no haga falta de aquí a muchos años por razones muy concretas que no puedo desarrollar en este breve espacio. También se podrán realizar pruebas y tratamientos médicos e incluso algunas intervenciones quirúrgicas, de modo que la intervención tenga lugar en la realidad auténtica, claro, cosa que ya sucede, pero con un realismo indistinguible de la misma realidad. También se podrá probarse ropa, comprar casas lujosísimas, probar comidas deliciosas o incluso tener relaciones sexuales. Es posible que cuando todos los que estamos ahora aquí estemos muertos, haya personas tan acostumbradas a entrar en este espacio que empiecen a considerarlo como parte de su realidad. De hecho, y esto ya ocurre ahora, lo que sucede dentro de la realidad virtual es verdadero; solo dentro de esta realidad, aunque con potencialidad para afectarnos anímicamente a la vida real. La inteligencia artificial ayudará muchísimo en este sentido, y por eso, desgraciadamente, tiene unos peligros que debemos prevenir ya en estos momentos.
Pero de momento todo esto es en gran medida ciencia ficción. Hoy por hoy, los delitos que pueden cometerse en el metaverso son sustracciones de datos personales con las que, entre otras acciones delictivas, se pueden hacer suplantaciones de personalidad para robar dinero y otros bienes. Al fin y al cabo, el metaverso requiere una conexión y, por tanto, se pueden cometer todos los delitos que actualmente ya se cometen con un PC. Además, en el metaverso también se puede insultar o amenazar, como ya sucede en una red social. Incluso es posible el acoso sexual, así como simulaciones de sexo o exhibiciones obscenas con menores o discapacitados, y deben considerarse ya prohibidas, como en cualquier otro entorno gráfico. Ahora bien, ¿se puede “violar”, como ha denunciado una chica en Reino Unido?
A reserva de lo que digan los compañeros penalistas –yo soy procesalista–, la respuesta, en mi opinión, actualmente es negativa. El Código Penal sanciona actuaciones que requieren un acceso más o menos directo al físico de una persona, y además fue redactado pensando solo en estas actuaciones. Una norma penal debe prever exactamente la conducta a sancionar. No se pueden establecer analogías para sancionar a una persona por algo que puede parecer similar a lo que prevé el código, pero que no está específicamente previsto. Por tanto, si algún día nuestros legisladores –es decir, indirectamente nosotros– consideran que una “violación” en la realidad virtual provoca un daño psicológico que se considera rechazable, habrá que reformar el Código Penal.
Hoy por hoy, la realidad virtual del metaverso no puede confundirse de ninguna manera con la realidad auténtica, y si la persona se siente incómoda, basta con desconectarse. La situación puede ser más o menos incómoda, pero el Código Penal debe reservarse para los daños graves que puede sufrir un ciudadano, y este por ahora no lo es. Y la víctima puede evitarlo en décimas de segundo, negando su consentimiento.
En el futuro, las cosas pueden cambiar, no solo para que la sociedad rechace estas conductas, sino para que lo que se viva en el entorno virtual se pueda confundir verdaderamente con la realidad. Todo llegará.