Asesinos (machistas) y suicidas

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Los mossos en Bellcaire d'Empordà (Baix Empordà), donde presuntamente un padre asesinó a su hijo de 5 años y dejó gravemente herida a la madre del niño.

¿Cómo un hombre puede asesinar a su familia? ¿Cómo un padre puede matar a sus criaturas ya su pareja? Estas preguntas tan duras que no dejamos de repetir estos días evidencian el dolor social y la desorientación colectiva que nos han generado los asesinatos machistas que últimamente han puesto fin a la vida de diversas criaturas y mujeres.

Necesitamos respuestas que nos den consuelo, si es que se puede, ante estas atrocidades tan extremas. Hablemos.

Estos asesinatos machistas no responden a una sola causa, aunque podemos identificar elementos transversales en todos los casos, como el sentimiento de posesión de los agresores sobre quien conforma su mundo emocional, que nace de una socialización claramente patriarcal . Algunos sitúan esta relación de poder y control en su pareja o ex pareja, pero muchos la amplían también a sus hijos e hijas. Y creo que es importante que nos detengamos aquí, porque estos días ha habido cierta confusión sobre cuál era el fenómeno que teníamos delante, y se han intentado hacer categorizaciones algo artificiosas. Es clave ser conscientes de que los hijos e hijas pueden ser un instrumento para dañar a la madre, pero en muchos casos también son un objetivo final en sí mismos. A menudo, ambas realidades se superponen. Hay que recoger la violencia vicaria (aquella en la que se utiliza a la criatura como un puro instrumento para dañar a la madre), pero también es necesario que entendamos que cuando un hombre asesina a sus hijos o hijas –y también la madre–, es probable que lo haga porque las criaturas también forman parte del círculo de poder que él domina y siente que ha perdido. Y en ese momento es donde se suelen dar los feminicidios (de mujeres y vinculados como los hijos o hijas).

En el hogar de un agresor es él quien marca cómo hacer las cosas. Él no educa, sino que violenta, no busca el respeto sino que promueve el miedo... y esto no siempre lo hace para dañar a la madre, sino que también porque cree que las criaturas forman parte de lascosasque están a su servicio. Por eso un hombre que ejerce esta violencia nunca será un buen padre, porque le acompaña el miedo, la violencia, y su existencia entierra a los niños en el terror. Por eso es tan esencial que ponemos en el centro a las criaturas, seguimos promoviendo medidas de protección y acabamos con las aberraciones a las que a veces se somete a los niños: por ejemplo con regímenes de visitas incomprensibles, donde los exponemos a convivir con estos personajes violentos.

Volviendo a los agresores, el marco mental y contextual de éstos hace que se sientan legitimados a actuar así. De hecho, el refuerzo contextual no es menor. Algunas investigaciones centradas en los feminicidios apuntan a que otros asesinatos machistas pueden generar un efecto refuerzo, incluso imitación, en aquellos hombres que se plantean poner fin a la vida de sus parejas. No parece ser un elemento de palanca inicial, porque por sí solos no generan la idea, pero sí refuerzan la posibilidad en aquellos que se lo plantean. Y aquí es donde se evidencia la base estructural de estos asesinatos machistas, porque no son hechos aislados sino que tienen una base común y se refuerzan entre sí. En algunos casos incluso se ha detectado cierto efecto imitación en aspectos que tienen que ver con el modus operandi. Por eso es esencial como informamos, porque es indispensable la denuncia social por combatir el machismo estructural, pero el detalle de los casos, incluso cierto morbo que algunos medios promueven, sólo genera efectos contraproducentes.

Otra característica diferencial de los homicidas machistas es que, según algunas investigaciones, en el 30% de los casos se suicidan, o intentan hacerlo, después de haber cometido el asesinato, ya sea porque sienten que su vida ya no tiene sentido o porque se ven incapaces de soportar la condena social de sus actos. Esto les sitúa en el ranking de los asesinos más peligrosos, porque cuando tienen la idea de poner fin a la vida (física o psicológica) de su pareja o ex pareja están dispuestos a acabar con todo y con todos.

No hay otra desigualdad estructural como la que brota del machismo que genere tantos asesinatos. Estos feminicidios son extremadamente dolorosos y nos recuerdan una y otra vez la crueldad feroz del patriarcado y lo urgente e ingente de la lucha contra este sistema que violenta y aniquila a tantas mujeres y niños.

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