Aviso desde California
Los incendios de California están asolando barrios exclusivos e incluso amenazan el archifamoso rótulo de Hollywood que anuncia la Meca del show business en una de las colinas de Los Ángeles. Más simbolismo, imposible. Si a Billy Crystal, París Hilton o Eugene Levy se les ha quemado la casa, aquí no hay nadie que pueda sentirse seguro. Prueba más de que las amenazas medioambientales y el cambio climático no admiten salvaciones individuales.
Dicen expertos, como el bombero Marc Castellnou, que los incendios son recurrentes en California, pero que ahora pertenecen a una nueva generación, de mucha más intensidad que los de los años ochenta, porque los vientos cálidos pueden ser mucho más secos a causa del cambio climático. Si añadimos el crecimiento urbanístico poco o nada ordenado a las faldas de las montañas de las áreas metropolitanas (algo sabemos de esto en nuestro país) el fuego tiene condiciones para ser altamente destructor.
De eso, claro, no habla Donald Trump, negacionista del cambio climático, que ha basado parte de su campaña en el Drill, baby, drill, la defensa de seguir perforando pozos de petróleo. En el discurso de la cultura americana dominante, estos incendios son una desgracia a la que se enfrentan bomberos catalogados de héroes, y no se hable más.
La DANA de Valencia nos ha recordado la necesidad de respetar las características naturales del territorio, y estos fuegos espectaculares nos recuerdan incendios que hemos vivido aquí. Ahora bien, que no exista salvación individual no significa que no pueda haber reacción individual y colectiva contra las causas que nos llevan a un endurecimiento de las condiciones atmosféricas. No podemos aceptar las consecuencias del cambio climático con derrotismo y presentismo egoísta.