Ayuso y la mortalidad madrileña por covid
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, hizo este jueves su discurso de investidura totalmente ajena a las terroríficas estadísticas sobre el exceso de mortalidad durante el 2020 que hizo públicas el INE. Este organismo certificó lo que otras fuentes ya habían apuntado pero que ahora se confirma: la sobremortalidad en la Comunidad de Madrid superó de mucho la catalana y más que duplicó la media española. En concreto, si la media del exceso de muertos fue del 17,7% en el conjunto del Estado, en Madrid se ensartó hasta el 41,2%, mientras que en Catalunya fue del 23,5%. El País Valenciano y las Islas Baleares se situaron por debajo de la media, con un 10,4% y un 7,1%, respectivamente.
Estas cifras frías pueden tener muchas explicaciones, pero lo que seguro que no permiten es sacar pecho de la gestión que se hizo de la crisis sanitaria en Madrid. Recordemos que otras estadísticas han indicado que la Comunidad de Madrid es el territorio que tuvo la mortalidad más alta en las residencias, cuya gestión depende del gobierno autonómico, y también es perfectamente comprobable que la incidencia acumulada se ha mantenido en niveles elevados durante mucho tiempo. La conclusión es muy clara: Madrid ha pagado muy caro, en vidas humanas, decisiones de corte populista y contrarias a los criterios de los científicos como permitir la apertura de bares y restaurantes cuando el resto de comunidades los tenían cerrados. Pero es que, además, Madrid actuó como centrifugadora del virus, puesto que los territorios más afectados han sido justamente las dos Castillas, las zonas más próximas a la capital y con una población más envejecida y, por lo tanto, más vulnerable.
Con estas cifras sobre la mesa todavía resulta más incomprensible la clamorosa victoria de Ayuso en las elecciones del 4 de mayo. No solo esto, sino que escuchando su discurso de investidura queda claro que la última de sus prioridades es el bienestar de los ciudadanos madrileños y lo único que le interesa es plantear una guerra cultural a la izquierda y un combate político al gobierno de Pedro Sánchez. De aquí sus referencias a los indultos y a algunas de sus promesas, diseñadas para gustar a la extrema derecha, puesto que Vox le tiene que votar la investidura.
El anuncio de ayudas para las embarazadas a partir del quinto mes de gestación o los planes para evitar la aplicación de la ley de eutanasia son guiños a los ultras y a los grupos ultracatólicos y antiabortistas, que son muy activos en Madrid. La insistencia en rebajar impuestos, sobre todo a las rentas altas, busca captar todavía más inversiones o residencias fiscales de personas que residen en otros territorios, que, a su tiempo, se empobrecen debido a este dumping fiscal. Madrid no solo actuó de manera insolidaria durante la pandemia, negándose a aplicar restricciones y exportando el coronavirus fuera de sus fronteras, sino que insiste en aspirar todos los recursos disponibles a su alrededor, y condena todavía más a la España vaciada. Si Ayuso ha de ser la guía ideológica de la derecha española, y parece que sí, el panorama que se dibuja es desolador.