La banalización del mal

1. "¿Por qué aseguraba Keir Starmer, que fue abogado defensor de los derechos humanos, que Israel tiene derecho a «retirar el agua y la electricidad» a los palestinos y a castigar a todos los miembros del partido laborista que pedían un alto el fuego? ¿Por qué Jürgen Habermas, elocuente bastión de la ilustración europea, se manifestó a favor de los que están llevando a cabo una limpieza étnica? ¿Qué llevó a The Atlantic, uno de los medios de comunicación con más historia en EEUU, a decir después de una matanza de casi ocho mil niños en Gaza que «matar a niños no tiene por qué ir en contra de la ley»?" Permítanme que añada otro por qué en la lista de Pankaj Mishra, en su libro El mundo después de Gaza: ¿por qué Europa guarda silencio, asiste a un espectáculo inequívocamente genocida como si nada estuviera ocurriendo, y contempla impasible la serie inacabable de atrocidades en el proceso de criminalización de los palestinos de Gaza que Benjamin Netanyahu lleva a cabo de forma sistemática, con el apoyo de gran parte de los poderes occidentales?

Lo podemos adornar con especulaciones sobre la culpa acumulada por Europa por el exterminio de los judíos en la Alemania nazi. Pero el argumento no vale. Haber sido víctima no da derecho a la impunidad, no legitima comportamientos genocidas posteriores. Cuesta de entender, la verdad. No tanto la virulencia de Trump dando apoyo y legitimidad a los crímenes de Israel; Trump se enseña tal y como es, no podemos alegar ignorancia. Pero sí la actitud de los gobiernos de tradición democrática que contribuyen a la sacralización de los judíos, como si los crímenes contra ellos les dieran derecho a todo. Una cosa es la legítima defensa, otra arrasar al adversario. Y es lo que está haciendo Netanyahu, que tiene abrumada a toda su comunidad, sin que se atrevan a levantar la voz los judíos de tradición democrática, entre atemorizados y desbordados. Y en Europa la mayoría de gobernantes juegan al inmoral doble juego de querer parecer neutrales frente a una carnicería construida sobre la negación de la humanidad de los adversarios, como hacían los nazis con los judíos. No, haber sido víctima no te da derecho a creer que todo está permitido.

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2. Y, sin embargo, Pedro Sánchez apela a la movilización de Europa contra la destrucción de Gaza y queda como un impertinente. Estamos como siempre: negando al que identifica al mal, al que señala al culpable. Europa debería estar movilizándose, precisamente en nombre de todo lo que ella ya ha vivido y que los judíos sufrieron. Pero de momento se impone la falsa prudencia, la contención ante los crímenes para no ofender al criminal. El no a Netanyahu debería ser posición compartida en la Unión Europea. Cualquier otra cosa es claudicación. Y por ese camino siempre llega el día que te tocará recibir. Hay que hacerse respetar y para ello hay que señalar el mal, la atrocidad, sin concesiones. Gaza convertida en un paraje tipo Costa Azul francesa. La asquerosa imagen con la que Donald Trump pretende apoyar a los exterminadores. Hay que tener una mente muy perversa para exhibir estas fantasías mientras la matanza continúa y continuará hasta conseguir desplazar a dos millones de personas de su casa.

Y Europa calla, ella que se cree portadora del humanismo en el mundo, heredera de las Luces, pero que ya hace tiempo que está embarrada en la regresión. Y con la boca pequeña sigue pidiendo calma, es decir, dejando vía abierta al dictador. Dejémoslo en palabras del propio Pankaj Mishra: todo ello "deja una huella profunda sobre los jóvenes: esta franja que se extiende entre la infancia y la edad adulta está recibiendo un curso acelerado brutal sobre las barbaridades de la historia y sobre cómo los adultos responsables las excusan y justifican". La banalización del mal es una vía directa al autoritarismo posdemocrático. Mientras escribo ya hay varios cadáveres más de niños en las pantallas. Netanyahu anuncia una nueva arrasada. Y los dirigentes europeos siguen negándose a hacer frente al delirio nihilista, ante una opinión pública cada vez más anestesiada. Todo vale.

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