Blanquear el fascismo
La derecha española tiene raíces que vienen directamente de la dictadura. Nunca ha roto con ella por completo. Y hace ingentes esfuerzos por blanquear el pasado, falseando la historia o escondiendo la realidad. En este ejercicio de deliberada confusión, PP y Vox han emprendido, allí donde tienen poder autonómico, la proclamación de leyes que llaman de “concordia” para combatir la memoria histórica, con una maniobra grosera, que busca la negación de un pasado que les incomoda, aunque sea a expensas de ejercicios delirantes como negar que el franquismo fuera una dictadura.
Los gobiernos de Aragón, Castilla y León y la Comunidad Valenciana han sido los pioneros en este ejercicio de falsificación de la historia con leyes que quitan recursos o eliminan los proyectos o entidades que trabajan en la reconstrucción de los crímenes de estado y en el reconocimiento de las víctimas de la dictadura. Las Naciones Unidas, respondiendo a un recurso de amparo del gobierno español, condenan "la pretensión de hacer invisibles las grandes violaciones de derechos humanos cometidas durante el régimen dictatorial franquista". Recuerdan lo elemental: que no se puede hacer del olvido del pasado una actividad de la administración ni se puede poner obstáculos y negar recursos para el conocimiento de la verdad histórica, para el reconocimiento de las víctimas, para el esfuerzo buscar desaparecidos y recuperar la memoria del pasado.
El informe de Naciones Unidas muestra su perplejidad por el hecho de que las leyes de la derecha ni siquiera condenen la dictadura. Y es que se trata de un ejercicio de blanqueo del franquismo bajo el cínico argumento de la reconciliación nacional. Olvidando que solo desde el reconocimiento del pasado puede tener sentido un verdadero proceso de reencuentro. Si la amnistía fue un mecanismo para volver a empezar, nunca puede confundirse con desmemoria, con la negación de la realidad. No olvidar el pasado es la mejor forma de no volver a él.
Las leyes de “concordia” del PP pretenden situar al mismo nivel de legitimidad la dictadura y la democracia. Lo que se traduce en la prohibición de señalar los crímenes del pasado. Lo más agrava todavía esta infamia de puro regusto autoritario es que se produce en un momento en el que Vox y los sectores radicales de la derecha española no están solos. Y el autoritarismo posdemocrático se extiende por toda Europa. No es un delirio exclusivo de la derecha española y sus raíces franquistas. Es expresión de un estado crítico de las democracias europeas con las derechas autoritarias rondando el poder.