El bolero de Sánchez

"Corazón tocado, determinación intacta" puede tener un cierto aire de bolero, pero es el lema con el que Pedro Sánchez se ha presentado a rendir cuentas ante el comité federal del PSOE. Una sensible pérdida de peso es la expresión física del impacto de las turbulencias en curso en el presidente. Pero no ha querido dejar ningún detalle que pueda sugerir que la claudicación está a la orden del día, por más que, vía Page, los nostálgicos del felipismo (hoy en plena radicalización conservadora) le pidan que convoque elecciones.

Todo lo contrario, la mejor defensa es salir adelante. "Me equivoqué cuando hice confianza a personas que no la merecían", dice Sánchez, pero "nosotros no somos como los otros". Afirmación acompañada, todo hay que decirlo, de la retórica ritual, la promesa de un código ético y de someter regularmente al partido a informes de auditoría externa que garanticen la transparencia, que casi siempre termina en papel mojado.

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"Ni como los corruptos que han manchado nuestras siglas", ni como los adversarios que ven España como un cortijo", dice Sánchez: "Aquí seguimos" para dar la batalla con un proyecto "que está dando sus frutos, como reconocen las instituciones internacionales". Y con una invitación a la movilización general con un listado de reformas que esperamos que pase de la retórica la práctica. Estamos demasiado acostumbrados a las promesas incumplidas.

Dicho de otro modo, objetivo 2027. Ante la ofensiva de la derecha y de parte de los poderes establecidos, un programa para mantener viva la llama hasta el final de la legislatura. Apelando a la ciudadanía a recuperar la confianza y frenar la amenaza de la alianza PP-Vox. Si alguien se imaginaba a Sánchez a la defensiva, no ha sido el caso. Al contrario, paso adelante. Como si la agresividad del espacio conservador, que ha llevado la batalla al terreno de la corrupción y de la traición a la patria, le abriese una vía.

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La derecha, con crisis de ansiedad y de resentimiento, por una derrota que todavía no ha digerido y por la dificultad de construir mayorías mirando al centro, ha convertido el escenario político en la simplicidad del juego de patriotas/traidores, honestos/corruptos, dejando de lado los problemas económicos y sociales, la vida cotidiana. En una palabra, el bienestar de los ciudadanos. Una apuesta que habría dado aliento a Pedro Sánchez, tras la profunda sacudida de estos días, por relanzar un discurso socialdemócrata directamente orientado al día a día de la ciudadanía, que a menudo se queda descolocada bajo la retórica de confrontación.

Cuando la derecha con la corrupción del PSOE como factor unificador lleva sus glorias al plató para soltar todo su resentimiento, como por ejemplo Aznar diciendo que “Sánchez acabará en prisión por pactar una amnistía con delincuentes”, parece que el presidente piensa que el énfasis en la política cotidiana y en la distensión podría producir la sorpresa en la coyuntura actual y volver a hacer posible una coalición que excluya a quienes quieren taparlo todo con la exaltación de la patria española. De ilusiones se hace la vida.