Johan Cruyff / EFE
20/06/2025
Periodista
2 min

El Ayuntamiento de Torrelameu (Noguera), inaugura este sábado la calle Johan Cruyff. Es el segundo municipio de nuestro país que le dedica una calle a Cruyff, después de que en el 2016, el mismo año de la muerte de Johan, Vallfogona de Riucorb (Cuenca de Barberá) se adelantara a todo el mundo.

De ponerle su nombre a una calle de Barcelona se habla de vez en cuando, pero todavía no se ha hecho, y eso que ya hace nueve años que murió, y que el Ayuntamiento de Barcelona le otorgó la Medalla de Oro al Mérito Deportivo a título póstumo meses después de su deceso.

Es una lástima, porque en la lista de personas que merecerían tener su nombre en una calle de la ciudad, la de Johan está, sin duda. Cuanto más años pasan, lejos de apagarse su recuerdo, más clara es su influencia universal en el fútbol a través del estilo de juego que ha ido practicando el Barça, interpretado por jugadores y entrenadores tan diversos y al mismo tiempo tan influyentes como Guardiola, Xavi, Iniesta, Messi, Tito o Luis Enrique hasta llegar al Barça de Lamine, Pedri. En Barcelona, ​​Cruyff hizo escuela e irradió al mundo un fútbol pensado para que la gente lo pasara bien.

Y cuanto más tiempo pasa, más se agiganta, también, la genialidad de alguien capaz de convertir un club victimizado y victimista en una institución librada de miedos paralizantes, y contagiarle el espíritu ganador. El legado de Cruyff es la autoestima y la confianza en sus propias fuerzas, elementos no siempre abundantes en la personalidad catalana. Esto, sin olvidar el goteo de "campos Cruyff" que se han ido abriendo en barrios humildes de Europa (29 en Cataluña, 14 en España y 306 en el mundo) en un trabajo de deporte para todo el mundo que lleva a cabo la Fundación que lleva su nombre. No hace falta insistir, pues, en los méritos. Y no deberíamos esperar mucho.

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