Unos espectadores fotografían el New Shepard elevándose hacia el espacio
21/07/2021
3 min

Los multimillonarios continúan compitiendo para ver quién tiene la capacidad más larga para hacer el viaje más lejos y directamente despegan en diseños poco discretos. Esta gente no quiere que tengamos imaginación. Les gusta la ostentación, o lo que es lo mismo, les gusta la vulgaridad desmesurada. Tanto da cómo han conseguido hacer sus fortunas y cómo perpetúan las desigualdades extremas, evitando pagar impuestos legalmente y moralmente. La cuestión es pasar a la historia y vivir con las excentricidades más caras que te puedas permitir en este mundo malogrado. Restregárselo por la cara al resto y que el resto todavía le encuentre aquella épica anacrónica de la mayoría de gestas que nos deberían dar vergüenza. Publicidad gratis a cambio de competición de medidas. Adelante. La conquista del espacio es lo que nos faltaba, porque aquí abajo todo el trabajo está hecho y conviene poner la huella del hombre, literalmente, para acabar de oscurecer las noches, que por otro lado cada vez son y serán más oscuras. Los genios de la factura de la luz se han puesto como objetivo romper récords cada día y lo consiguen. Estamos rodeadas de chistes de mal gusto. Yo ya ni miro las excusas que dan porque no hay excusas. Existe la voluntad de acumular riqueza y la incapacidad política para evitar que haya personas que no puedan pagar facturas. Se repite todo demasiado. Como las temperaturas altas en verano. Demasiado altas y demasiado verano, para mi gusto. Vamos al espacio a ver si refresca. Y de paso refrescamos también las cuentas corrientes de hombres que saben que tienen el poder porque se les ha dado. Se lo estamos dando. El espacio es el gran lugar virgen para destrozar, y mientras estos hombres van, ayudan a desguazar algo más estos paisajes donde vivimos el resto de terrícolas. Yo si fuera cualquier planeta ya hace días que habría echado a correr. Y mira que no soy de correr y todavía menos en plena canícula. 

En Catalunya baja la natalidad, que ya era baja. A mí no me extraña. De hecho, hace tiempo que lo que me sorprende es que haya personas que todavía se atrevan a hacer nuevas. Recuerdo que con el confinamiento alguien hacía bromas sobre el baby boom que se habría desencadenado, como si vivir una pandemia mundial generara la misma euforia que una celebración. Se ha confirmado que no. Que no está el horno para bollos, que el teletrabajo ha ocupado mucho tiempo y mucha energía y que la precarización laboral afecta la natalidad. De la conciliación ya no hace falta ni que hablamos porque es inexistente. Pero de quien más la sufre, sí, hablemos. Por cierto, hablando de mujeres, hemos topado con otro desprecio de la ciencia. El 80% de las personas que han tenido efectos adversos después de vacunarse de covid son mujeres. Muchos de estos efectos están relacionados con el ciclo menstrual. El genérico es que te hará daño el brazo o que puedes tener un poco de fiebre. Nunca te dicen que puede ser que te afecte las reglas. ¿A quién le importa? Hace tiempo que la regla nos afecta y solo se usa para insultarnos. Quizás si las mujeres fuéramos al espacio en cohetes con forma de vagina conseguiríamos que nos hicieran algo más de caso. Pero tendríamos que buscar canguro para no dejar solas a los pocos niños que todavía tenemos. Una faena. Como siempre. 

La buena noticia es que ya podemos comprar test de antígenos de dudosa utilidad en las farmacias y al precio que a la industria farmacéutica le parezca bien, después de que la portavoz del gobierno español, Isabel Rodríguez, solo haya pedido que “sean asequibles”. La misma industria farmacéutica a quien se le ha permitido cobrar las vacunas al precio que ha querido. Que las enfermedades sean un gran negocio ya nos indica el mal camino, pero no veo que giremos en dirección contraria.

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