Cerdos, sacar el agua clara
Respecto a la industria cárnica en Cataluña, tenemos algunos datos que son irrefutables, como desde el punto de vista económico es el principal sector agroalimentario, con un volumen de negocio superior a los 10.000 millones de euros. O que esta actividad ha consolidado a Cataluña como el segundo productor de Europa y el décimo productor de carne porcina del mundo. Otros datos son más confusos, como el consumo de agua para hacer posible esta producción de carne de cerdo, una cuestión que creo que es clave sobre todo ahora, con la delicada situación de este bien natural.
La medida más habitual para relacionar el consumo de agua con una producción alimentaria es la llamada huella hídrica: para producir un kilogramo de manzanas se necesitan 822 litros de agua; para producir un kilogramo de carne de pollo se necesitan 4.300 litros de agua... Al disponer de la huella hídrica de la carne de cerdo (4.000 litros de agua, según las estimaciones más bajas), para encontrar qué consumo de agua hace esta industria basta con realizar un par de multiplicaciones.
El resultado agobia: para la producción total de la carne de cerdo que se hace en Cataluña durante un año es necesario el equivalente a 50 veces la capacidad total del pantano de Sau.
Llamo a Annelias Broekman, investigadora del CREAF y experta en la gestión del agua. Me confirma que la cifra es correcta, pero hay que profundizar en ella sacar el agua clara.
En primer lugar, del total del consumo de agua el gasto en la granja no supera el 5%. El resto de gasto deriva del agua requerida para la producción de la comida del animal, que, en el caso de Cataluña, es en gran parte soja cultivada en América Latina y maíz de Ucrania y Francia. A esto lo llamamos agua virtual. Pero aunque sea agua deslocalizada y sea de lluvia, no podemos dejar de contabilizarla. De hecho, la producción porcina de nuestra casa es corresponsable de una parte de los bosques y las selvas talados para ganar terreno para la soja en la cuenca del Amazonas, una deforestación que, como explican muchos estudios, provoca una crisis de los ecosistemas amazónicos que no sólo afecta a esta región con sequías e inundaciones, sino también a todo el planeta.
En segundo lugar, la medida de la huella hídrica no contabiliza la contaminación de las aguas freáticas que la expansión de granjas de cerdo por tantas comarcas de Catalunya está produciendo. "La contaminación es consumo", me insiste Annelies. Debemos pensar en el recorrido que el agua hace en su ciclo. Una gota contaminada será una gota no aprovechable o generadora de un gasto para descontaminarlo. Y, volviendo a medidas cuantitativas, ese consumo por contaminación no es poco. La Agencia Catalana del Agua dice que "la presencia de compuestos nitrogenados, especialmente nitratos (cuyo origen mayoritario son los purines de los cerdos), es el mayor problema de contaminación difusa en las aguas subterráneas de Cataluña".
Así que, tal vez, con mi cálculo he hecho muy corto. Pero, en cambio, ahora que la falta de agua es ya una evidencia, la creación de granjas de cerdos no se detiene, cuando lo urgente son debates y políticas para distinguir a qué queremos dedicar un recurso tan apreciado como el agua: a los beneficios económicos que genera el cerdo oa garantizar el futuro de los hábitats y ciclos que permiten la vida en el planeta. Capital o vida.