Estas chicas llorosas de los vídeos de la selectividad
Estos días, las estudiantes de algunas zonas de España donde ya han hecho la selectividad cuelgan en internet unos vídeos en los que dicen cuáles son las notas que creen que han sacado. Una amiga graba, la otra tiene los resultados en el móvil y ella, la interfecta, que no los sabe, aventura la nota.
"A ver, lengua y literatura", le dice la amiga. Y ella contesta: "Ostras, pues me salió... fuó... De puta madre. Un diez, ¿no?" Y la amiga entonces le dice: "Un tres y medio...". Y así van desgranando las notas. La chica –son varias, todas similares– acaba llorando porque quería hacer medicina y dice: "Es que así no entro ni a un grado..."
Todas, aproximadamente, reaccionan por igual. Dicen haber tenido una nota extraordinaria de bachillerato. Todas aspiran a entrar en medicina. Necesitan un once o un doce, a veces. Se ponen a llorar, dicen que su madre las va a matar. Todas se han vestido y maquillado para la ocasión porque seguramente esperaban un éxito.
¿Por qué todas ellas esperaban una gran nota, hasta el punto de vestirse bien y colgar en Instagram la experiencia? Seguramente porque a bachillerato les dijeron que eran buenísimas, que se habían esforzado mucho, y les hincharon las notas. Quizás las acabaron aprobando al final, quizás no, quizás las aprobaron merecidamente y simplemente es que el nivel de la escuela a la que iban era muy bajo por fuerza.
La sorpresa de estas chicas, tan sincera, los llantos exagerados, el disgusto, las amigas riendo o consolándolas, me deja aterrada. ¿Los pasará lo mismo a los nuestros, que comienzan hoy los exámenes? ¿Son de azúcar y algodón y ahora por fin tendrán un baño de realidad? Espero que no, por favor. Espero que, pase lo que pase, estén en el mundo, pisando el suelo.