Ciencia y menstruación
La menstruación, aunque es una experiencia compartida por millones de personas a nivel mundial, sigue siendo un tabú para demasiada gente. Incluso la ciencia la ha tratado poco. Tanto es así que este mes de agosto se ha publicado el primer estudio que utiliza sangre real para analizar la capacidad de absorción de los productos para la menstruación. ¡Sí, sí, este mes de agosto de los años 20 del siglo XXI y no del siglo XX! Para testarlo normalmente se utilizan otros líquidos, como soluciones salinas, que ciertamente no se corresponden con la realidad fisiológica.
Los resultados de este estudio, publicados en la revista científica BMJ Sexual & Reproductive Health, han puesto de manifiesto las diferencias entre lo que se promociona y lo que realmente ofrecen los productos menstruales. Y no hablo del color azul del líquido simulador que utilizan los anuncios, no. Me refiero a que una de las conclusiones más interesantes del estudio es la falta de coherencia entre la capacidad de absorción declarada por los productos y su capacidad real. Esta discrepancia podría ser causada por la forma en la que se realizan los test, dado que claramente el suero fisiológico o el agua tienen una viscosidad diferente a la de los componentes de la sangre menstrual. Aunque en este estudio se utilizó sangre “normal”, está claro que se ha ganado en fiabilidad.
El estudio también ha concluido que entre los diferentes productos testados, el disco menstrual es el que tiene mayor capacidad de retención de sangre (80 ml). El disco es una variante de la copa menstrual y, aunque menos popular que tampones y compresas, es también una opción reutilizable y ambientalmente sostenible para la gestión de la menstruación.
Cabe decir que no existen regulaciones industriales para evaluar la capacidad de absorción de productos menstruales más allá de los tampones y, francamente, el conocimiento real de la cantidad de sangre que pueden absorber sería muy útil para ayudar a cuantificar de forma objetiva el flujo menstrual y poder identificar situaciones anómalas. Habitualmente, el diagnóstico de los sangrados menstruales abundantes (una anomalía que tiene el nombre de menorragia) se basa en la información proporcionada por las personas afectadas y no en la medida real de la cantidad de sangrado.
Además del impacto en la salud, con este estudio nos damos cuenta de la persistencia del tabú en torno a la menstruación. Aunque es una función fisiológica natural, las menstruaciones siguen siendo motivo de vergüenza y estigmatización. Este tabú afecta a la investigación científica, con una falta de datos y financiación en el campo de la salud menstrual. La menstruación es una realidad cotidiana para la mitad de la población mundial, pero todavía tenemos que superar estas barreras y normalizar su conversación.
Efectivamente, es necesario cambiar la percepción en torno a esta función vital, porque solo mediante la comprensión, la educación y la normalización podemos superar los tabúes y asegurar que todas las personas tengan acceso a información precisa y a productos adecuados para la menstruación.