¿Qué más podríamos saber de este almuerzo en El Ventorro (otro restaurante que, como La Camarga, ya queda maldito para los poderosos y bendecido, desde la ironía, para la plebe)?
La comida fue de cuatro horas. Para mí, éste es el dato relevante. Un almuerzo de cuatro horas significa que no es con agua con gas. Las comidas "de trabajo" o "de propuestas", si son de régimen –en uno ventorro, pero donde se pide pescado a la plancha con verduritas (el diminutivo es necesario)–, duran menos. "No, yo no haré postre, cortado directamente, que tengo que trabajar..." Hay otra modalidad, que es "el desayuno de trabajo". Quedas y comes, pero croissante (una vez más, el diminutivo es necesario), porque lo que tienes que hacer realmente es trabajar (o comunicar algo que has hecho y, para hacerlo mejor pasar, invitas). Una comida de cuatro horas significa algo, algo muy importante: la secretaria te ha bloqueado la tarde. Esto va así, justamente, porque ya se sabe que habrá vinos espumosos, y algún whisket. No podemos llegar al Cecopio (ni en casa) en un estado demasiado chiroi.
Por tanto, ¿qué más podríamos saber, qué suponemos de esta comida que duró como media jornada laboral? ¿Por qué tenemos tanto interés en saber si acompañó a la invitada al parking o no (que se ve que sí)? Pues porque ya se sabe, los párkings, después de las comidas que se alargan. ¿Podemos decirlo, ya? Todos nosotros estamos pensando en lo único que falta para que la ignominia sea completa. Falta que hubiera también alguna cuestión sexual. Pero si se confirmara que ese día horrible y dramático, con jóvenes y viejos muriendo ahogados, sí hubo algún asunto sexual, que nadie sufra. Seguirían votando al individuo. No dimitiría.
