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Hay una comida que ha quedado fuera del tiempo, capturada dentro de los audios de Villarejo, en la cual sientan a mesa el director de La Sexta, Antonio García Ferreras; el presidente de La Razón, Mauricio Casals; y el mismo Villarejo. Es como si esta comida se estuviera produciendo siempre, en señal y representación de tantas otras comidas y cenas y encuentros con los mismos protagonistas, o equivalentes: personajes que, en nombre del bien público y del interés nacional, mueven hilos de poder en beneficio exclusivamente propio, al precio de pervertir el debate público e intoxicarlo con desinformación. Patriotas que se llenan la boca de democracia cuando no hacen otra cosa que desgarrarla desde dentro, para sacar aquello que puedan.

Eduardo Inda, comensal que no está en la comida pero al que se alude abundantemente, es un ejemplo perfecto de esto que decimos. Inda es, para decirlo claro, una auténtica vergüenza para el periodismo, y el panfleto digital que dirige, Ok Diario, un subproducto de propaganda de la extrema derecha nacionalista. Pero no tan solo Ferreras le dedica encendidas expresiones de aprecio (“le quiero un huevo”), sino que las difamaciones que Inda pone en circulación –como por ejemplo la de la cuenta en Suiza de Xavier Trias, entonces aspirante a la reelección como alcalde de Barcelona, que Inda publicó todavía desde el diario El Mundo– son comentadas en aquella mesa con completa naturalidad, como si fueran prácticas del todo normales que si acaso, a veces, tienen el inconveniente que no acaban de salir como se desea. Hay un momento que Ferreras se refiere a Jordi Pujol cómo “el más corrupto del país”. Es un título muy disputado, al cual también aspiran los periodistas falsarios y venales, que difunden mentiras sabiendo que lo son. Y después, cuando son pillados, lo niegan y siguen comiendo.

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