

Argumentábamos, antes del novísimo nuevo cambio de orden mundial, que justamente las armas nucleares hacían del todo inútil el rearme de bazar, es decir, la chatarra (los tanques, las pistolas y ametralladoras). Que el ejército tenía poco sentido si un botón lo solucionaba todo y, en la práctica, hacía propicia la paz, por el miedo a la destrucción total.
Habíamos dejado atrás guerras con soldados obedientes, como los kamikazes. Los atentados de las Torres Gemelas pusieron de manifiesto –por la tele, claro– que seguía habiendo seres capaces de inmolarse. Esto cambiaba las reglas. Y las cambió. Había que, en realidad, hacer más prevención que defiende. La idea ésta de la obediencia ciega había hecho que la izquierda fuera poco dada al gasto militar y la derecha sí. En la Guerra Civil Española la izquierda decidió hacer guerra como si "trabajara por proyectos". Y así fue.
Pero hoy, justamente, el rearme de bazar, es decir, la chatarra (los tanques, las pistolas y ametralladoras) vuelven a estar en la boca de nuestros gobernantes. ¿Por qué?, nos decimos todos nosotros. ¿De qué debería servir?
Pero hay un anuncio, un anuncio con patas, que justamente nos hace pensar a todos, sin ni prestar atención, que sí, que cuanto más chatarra mejor. Es la guerra de Ucrania. Pensando aún como antes dijimos: "Putin ganará la guerra en un fin de semana". Pero no fue así. La guerra, "artesanal", si me permitís la terrible palabra cínica, ha demostrado, demuestra cada día, lo bien que va a estar armado. Hay que comprar chatarra, chatarra de la buena, porque los gobernantes locos suelen atacar a los vecinos, que son siempre los más odiados. Y un botón nuclear no va nada bien, si disparas a su lado. ¡O sea que compren, compren, compren, que me las arrebatan de las manos!