Construir confianzas para transformar el país
Ante el covid-19, la crisis social y económica que ha provocado, y la situación de bloqueo del conflicto con el Estado, las elecciones al Parlament de Catalunya del 14 de febrero nos han situado ante la oportunidad histórica de transformar el país. De afrontar con determinación las urgencias sociales que sufrimos y que la pandemia ha agravado. De impulsar una reconstrucción económica encaminada a asentar las bases de un nuevo modelo productivo que mida su fortaleza en términos de prosperidad y bienestar para todo el mundo. Y de aprovechar toda la fuerza que nos da haber superado por primera vez la frontera del 50% de los votos para defender como nunca la República catalana, para hacer inevitables la amnistía y la autodeterminación.
Por eso no podemos perder más tiempo ni alargar una interinidad que debilita nuestra capacidad de actuación. Es hora de un Govern que aproveche bien los cuatro años de legislatura, pensando –y trabajando– desde el primer momento en la década que tenemos por delante. La situación que vive el país nos exige ponernos en marcha este mismo viernes aprovechando la oportunidad que tenemos de construir un Govern con la energía renovada. Y estoy convencido de que nos pondremos de acuerdo. Porque estamos preparados. Porque estoy preparado.
Tenemos la oportunidad de impulsar un Govern plural, fuerte y estable para iniciar una nueva etapa de progreso, de justicia social y de libertad. Un Govern con toda la fuerza, responsabilidad y legitimidad insustituible e indelegable que le otorga ser fruto de unas elecciones democráticas que han mostrado un país diverso pero con grandes ideas compartidas que nos cohesionan. Por eso, a pesar de no ser fácil, si partimos de la generosidad, la empatía y la voluntad de trabajar a partir de acuerdos y no de imposiciones es posible construir confianzas para empezar a dar forma a la nueva Generalitat republicana. Por eso quiero agradecer a la Candidatura d'Unitat Popular-Un Nou Cicle Per Guanyar (CUP-UNCPG) los esfuerzos para llegar a un preacuerdo de investidura de cara al pleno del viernes y el compromiso de implicarse en la gobernabilidad del país.
Las bases del acuerdo, pendiente de ser ratificado por los respectivos órganos de partido, son claras: hacer frente a la emergencia habitacional; reforzar la atención primaria del sistema de Salud; repensar el modelo de gestión de orden público, y crear las condiciones para afrontar el próximo embate democrático con el Estado. Son cuestiones que compartimos y que hemos sabido priorizar desde la confianza mutua para dotar al Govern de la Generalitat de la estabilidad que las dificultades del momento exigen.
Confianza y estabilidad. Dos premisas básicas que todo gobierno necesita si quiere hacer frente con éxito a los grandes retos que tenemos como país y que la nueva Generalitat republicana reforzará gobernando desde una inequívoca vocación de servicio público, buscando siempre la implicación de la ciudadanía y actuando en todo momento desde la máxima transparencia. Rehuyendo la mera gestión tecnocrática y el vacío populista e impulsando un Govern de transformación que devuelva la exigencia a la política, que toque con los pies en el suelo asumiendo compromisos ambiciosos y de mirada larga que necesitan ser evaluados periódicamente. Por eso la confianza y la estabilidad, hoy, pasan por gobernar bien y por no tener miedo de rendir cuentas. Porque esta es la mejor forma de avanzar y progresar. Evaluarnos. Actuando con la máxima transparencia como exige todo gobierno moderno, avanzado y que esté junto a la gente. Por este motivo, estoy convencido –y así lo hemos convenido con la CUP-UNCPG– que es bueno y sano que cuando sea presidente de la Generalitat me someta a una cuestión de confianza a mitad de legislatura para evaluarnos, para renovar el acuerdo y para reforzar la estabilidad del Govern.
Adoptar el compromiso de someterme a una cuestión de confianza asegura la investidura y la aprobación de los presupuestos (dotando al nuevo Govern de una estabilidad totalmente necesaria) pero, sobre todo, actúa como garantía de trabajar a partir de unos objetivos compartidos, y esto a buen seguro que cohesiona la gobernabilidad y fortalece la gobernanza. Asegura la estabilidad, y lo hace porque tiene la virtud de establecer y reconstruye complicidades desde la exigencia mutua en un momento tan complejo como el actual. Establecer confianzas con quienes compartimos la vocación de transformar el país. Reconstruye confianzas con todos aquellos que compartimos la convicción de que la salida al conflicto político con el Estado pasa por la libertad de los presos y las presas, el libre regreso de los exiliados y las exiliadas y el ejercicio del derecho a la autodeterminación. Construir confianzas con todos aquellos que desde la pluralidad y diversidad de ideas compartimos los grandes consensos defendidos por una amplísima mayoría social de Catalunya.
Con el preacuerdo con la CUP-UNCPG ponemos la primera piedra de la nueva Generalitat republicana. Una Generalitat que quiere ser el gobierno de las luchas compartidas, el gobierno que se hace suyos los grandes consensos que mueven la sociedad catalana y que quiere avanzar a partir de ellos. Pero es solo la primera piedra. Por eso tenemos la obligación de intensificar las negociaciones con Junts y la CUP-UNCPG para solidificar el acuerdo antes del viernes. Y lo sabremos hacer. Ante las dificultades que vive el país, estoy convencido de que podremos hilvanar un acuerdo de gobierno que nos permita afrontar con toda la fuerza y sin más demora todas las urgencias sociales, la reconstrucción económica del país y la resolución del conflicto con el Estado. El momento nos exige a todos y a todas voluntad de acuerdo. Porque solo con una voluntad real de acuerdo es posible construir las confianzas para transformar el país.
Pere Aragonès es vicepresidente en funciones de la Generalitat